Por Herbert Mujica Rojas

 Es casi seguro que por esa majadería pusilánime de las cuerdas separadas, fábrica de mediocres acostumbrados a regalar lo ajeno y a sentirse foráneos en su propio país —Perú— el gobierno, la diplomacia, el Congreso, las instituciones regionales, distritales y sociales, harán caso omiso de las efemérides del 13 y 15 de enero próximos. En San Juan y Miraflores, en aquellas fechas en 1881, Lima combatió al invasor chileno en una guerra de rapiña cuyo resultado se supo desde el comienzo. La improvisación, el amiguismo, el latrocinio, el divorcio entre la capital centralista y el resto del país, amén de una cáfila de líderes profundamenta venales, hizo el resto. La disimulada, por historiadores a granel, torpeza criminal de Nicolás de Piérola, su elefantiásico ego, su miopía insólita, hicieron de la conducción del país, un lampo negro de siniestros contornos. Lima fue arrasada, acribillados sus hijos, invadidos sus predios, enajenado el gobierno.

linea peruana tras san juan lile

bergasse du petit thouarsY  puso en su sitio al criminal de guerra sureño Manuel Baquedano

Escribe: César Vásquez Bazán
 
Contralmirante Abel-Nicolás Bergasse du Petit Thouars (1832-1890), Comandante en Jefe de la escuadra francesa en el Pacífico Sur

El contralmirante du Petit Thouars informó al general Baquedano, Comandante en Jefe de los genocidas chilenos, y al cabecilla de la escuadra sureña, Galvarino Riveros, que ambos tendrían que asegurar que la soldadesca y rotos bajo su mando no destruirían Lima tras las derrotas peruanas en San Juan y Miraflores.

Por César Vásquez Bazán

Los argollistas “chileques” que cedieron territorio peruano a los genocidas del sur: Miguel Iglesias Pino de Arce, su hermano Lorenzo Iglesias Pino de Arce, su también hermano Joaquín Iglesias Pino de Arce, su sobrino político Vidal García y García, y el manipulador de todos ellos, vendido al oro chileno, Mariano Castro Zaldívar, cuñado de Miguel Iglesias.

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“Presidente regenerador” —entiéndase títere chileno— Miguel Iglesias Pino de Arce, vistiendo disfraz militar. Como Secretario de Guerra de Piérola fue el segundo gran responsable de los desastres de enero de 1881.

plynch1Por César Vásquez Bazán

La traición de Miguel Iglesias

El criminal de guerra chileno-inglés Patricio Lynch confesó en su "Segunda Memoria" la desesperación de verse batido y hostilizado permanentemente por los montoneros peruanos. En el texto que usted puede leer, el genocida chileno señala que los objetivos de los invasores eran destruir la resistencia de Andrés Avelino Cáceres y sus tropas y consolidar el gobierno del traidor al Perú Miguel Iglesias Pino de Arce (Lynch 1884: 120).

Historiador tacneño recuerda que Tarapacá demostró la gran voluntad combativa de los soldados del batallón Zepita, conformado casi únicamente por luchadores del Perú profundo, comandados por el coronel serrano ayacuchano Andrés Avelino Cáceres

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Coronel Andrés Avelino Cáceres, serrano ayacuchano que comandó el batallón Zepita en la Batalla de Tarapacá, unidad de combate conformada casi únicamente por peruanos indígenas

Hoy recordamos un nuevo aniversario de la victoriosa batalla de Tarapacá, que tuvo lugar el 27 de noviembre de 1879, la cual a los sirvientes de Chile no les gusta rememorr, en especial aquella prensa felona que recibe publicidad de las empresas chilenas.

Para apreciar el significado de esta acción de armas debe tenerse en cuenta que tras el revés de San Francisco y ya sin la ayuda del ejército boliviano, las fuerzas del ejército peruano no tenían ni caballería ni artillería; eran puramente hombres de a pie que literalmente habían estado perdidos en el desierto.

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