En una forma de canibalismo, los chinos están progresivamente retomando la antigua tradición de comer las placentas humanas.
Tras dar a luz a una hija, la china Wang Lan se llevó a su casa no solo a su bebé sino también su placenta. La mujer planea comerla honorando así una antigua tradición nacional.
Cada día se descubren nuevas cualidades de la placenta. Algunos afirman que puede curar la depresión postnatal, mejorar la calidad de la leche materna y aportar energía adicional a las madres. En China, la placenta se considera un remedio contra la vejez y ha sido usada por más de 2.000 años. Qin Shihuang, el primer Emperador de la China unida, fue el primero en descubrir sus propiedades curativas hace 2.200 años.
Los medios de comunicación nacionales dicen que la práctica de comer placenta ha vuelto a surgir en la última década en el país. Un hospital de maternidad en la ciudad oriental de Nanjing informó que alrededor del 10% de los padres se llevan la placenta después del parto.
Mientras, en Internet abundan recetas para prepararla: un sitio web sugiere hacerla en una sopa, o en empanadas, o en bolas de carne o mezclarla con otros remedios de medicina tradicional china. Las pastillas de placenta están legalmente disponibles en todas las farmacias chinas, pues no solo las mujeres que son madres buscan rejuvenecerse y mejorar su salud con ella.
Sin embargo, la venta ilegal de placenta también prospera. El año pasado, las autoridades investigaban un hospital en la ciudad sureña de Guangzhou por vender placentas a 20 yuanes (unos 2 dólares) cada una. En otros lugares se vendían 15 veces más caras.
Rusia Today en Español, 26-06-12