Vídeo: El faenón de Sarah Ferguson
Sarah Ferguson, ex cónyuge del príncipe Andrés, remece nuevamente la deteriorada imagen de la monarquía británica al ser filmada aceptando una coima de 500 mil libras esterlinas (unos 716 mil dólares) para contactar con el príncipe Andrés.
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Sarah Ferguson, ex cónyuge del príncipe Andrés, remece nuevamente la deteriorada imagen de la monarquía británica al ser filmada aceptando una coima de 500 mil libras esterlinas (unos 716 mil dólares) para contactar con el príncipe Andrés.
El diario News of the World le tendió una trampa y la filmó negociando el precio por el contacto, donde le pusieron billetes en la mesa como parte del pago, hecho que nos hace recordar la célebre salita del SIN de Montesinos.
Para borrar su imagen de escándalo, tras su divorcio la Ferguson se dedica a ser fotografiada en obras de caridad, no obstante, sus cálculos para mantener esta imagen fallan, pues siempre está al borde de la bancarrota y para salir de ello incluso vende sus fotos familiares a la prensa.
Este personaje causó escándalos grotescos cuando, estando casada, fue fotografiada semidesnuda con un hombre mordiéndole un dedo del pie, por lo cual fue echada del palacio el mismo día de la publicación. Otro escándalo saltó a primeras planas cuando una charlatana de la adivinación la grabó y publicó sus conversaciones, donde se le escucha burlándose de la capacidad sexual de su cónyuge y haciendo alarde de haberle enseñado esas artes.
En esa oportunidad el London Times editorializó diciendo que en otros tiempos la habrían decapitado, pero ahora por lo menos se merecía que le retiren el título de duquesa.
Ferguson ahora promueve a una empresa estadounidense de control de peso Weight Watchers, la marca de cosméticos Avon y de la empresa de porcelanas Waterford Wedgwood, pero fracasó en su pretensión de ser presentadora de televisión.
Los escándalos de la Ferguson sumados a los de los príncipes Diana y Carlos remecieron a la monarquía británica, que, afectada por estas mujeres de escasa cultura y carentes de tino elemental, acentúa su imagen de institución decadente a los ojos del mundo, no así para los británicos, que con el lavado cerebral a través de los medios todavía admiran a la realeza de su país.
Ver vídeo: aquí.
Para borrar su imagen de escándalo, tras su divorcio la Ferguson se dedica a ser fotografiada en obras de caridad, no obstante, sus cálculos para mantener esta imagen fallan, pues siempre está al borde de la bancarrota y para salir de ello incluso vende sus fotos familiares a la prensa.
Este personaje causó escándalos grotescos cuando, estando casada, fue fotografiada semidesnuda con un hombre mordiéndole un dedo del pie, por lo cual fue echada del palacio el mismo día de la publicación. Otro escándalo saltó a primeras planas cuando una charlatana de la adivinación la grabó y publicó sus conversaciones, donde se le escucha burlándose de la capacidad sexual de su cónyuge y haciendo alarde de haberle enseñado esas artes.
En esa oportunidad el London Times editorializó diciendo que en otros tiempos la habrían decapitado, pero ahora por lo menos se merecía que le retiren el título de duquesa.
Ferguson ahora promueve a una empresa estadounidense de control de peso Weight Watchers, la marca de cosméticos Avon y de la empresa de porcelanas Waterford Wedgwood, pero fracasó en su pretensión de ser presentadora de televisión.
Los escándalos de la Ferguson sumados a los de los príncipes Diana y Carlos remecieron a la monarquía británica, que, afectada por estas mujeres de escasa cultura y carentes de tino elemental, acentúa su imagen de institución decadente a los ojos del mundo, no así para los británicos, que con el lavado cerebral a través de los medios todavía admiran a la realeza de su país.
Ver vídeo: aquí.
