Un fantasma recorre Francia (I) 

¿Puede un anacrónico y radical marxista leninista maoísta, irrumpir en la escena de la televisión liberal-comercial y transformarse en un personaje mediático que seduce a los productores, atrapa y escandaliza a los receptores? Pero hay más, ¿Puede ese mismo personaje, defender en las pantallas LED o LCD con HD la Revolución Cultural China, la gestión de Stalin, la acción de los Khmer Rouge polpotianos, con los términos mas duros y con un discurso tan novedoso, atractivo, casi irresistible para un público masivo menor de 25 años, que nunca escuchó esas cosas y que en estos tiempos la televisión francesa les muestra, acaso solo para divertirlos y escandalizarlos?


La verdad, parece ser que hay muchos que están siendo seducidos sin que alguien se  haya propuesto hacerlo.

Estamos hablando de Alan Badiou, un filósofo franco-marroquí, nacido en Rabat en 1937, profesor de la Universidad de París VIII, se involucró con los sucesos del Mayo francés y desde entonces se hizo maoísta. Se unió luego a la Unión de Comunistas de Francia y finalmente, participó en la Organización Política, un colectivo en el que activa orgánicamente, casi como un joven militante, pero que “ha dejado para ir a la televisión” según lo ha escrito el mexicano Fernando Escalante Gonzalbo. Tiene varios libros como: El Ser y el Acontecimiento (1988), Teoría del Sujeto (1982), Manifiesto por la filosofía (1989), La ética (1993), Pequeño manual de inestética (1998) y Circunstancias (2004). También otras más recientes como ¿Qué representa el nombre de Sarkozy?, Pequeño panteón portátil, ambas del 2008, La filosofía, otra vez (2010).

De joven Alain Badiou fue sartreano, luego althusseriano, compañero de Foucault, más tarde colega de Lyotard, adversario amistoso de Deleuze y discípulo de Lacan, cuya influencia en su formación acepta en sus obras. También es autor de varias novelas y obras de teatro, así como de los textos filosóficos ya señalados. Este filosofo seductor y mediático, que se mueve en el plató televisivo como una más de las megaestrellas del espectáculo y que su sola aparición desconcierta, sorprende, enfurece, distrae, pero sobretodo, cautiva y –por añadidura-  hace empalidecer el mito elaborado por Adrián  Bonilla sobre la incapacidad cultural de los gutembergianos, es decir de la generación de los educados con el libro, para desenvolverse mediáticamente, como lo hacen las nuevas generaciones, los audiovisuales, o sea, la generación que se educa con las tecnologías de información y comunicación.

Badiou, fue durante años un anónimo filósofo, apenas conocido y si alguna vez habló ante un público, no fueron más de 200 personas los que lo escucharon, gran diferencia con estos días en que millones se exponen a sus afiebradas explicaciones y sus esotéricos discursos que resultan fascinantes para sus oyentes, mientras pregona que tiene “el valor suficiente para no ser un demócrata”, porque el mundo de hoy es mucho peor que aquel que él defiende y para graficarlo, dice que actualmente la sociedad de la información tiene los recursos de control de las poblaciones tan sofisticados y numerosos que dejan a Stalin como un amateur anticuado.  

Alain Badiou, ahora un irresistible  personaje mediático, empezó a hacerse famoso hace pocos años, tres. Sus críticos creen tiene una estrategia para ese efecto. Todo empezó con un opúsculo: ¿Qué significa Sarkozy? Un  texto lleno de adjetivos contra el más mediático de los presidentes franceses, a quien llama el “último Petain”. Fue un gran éxito, un best Sellers, mas aún, permitió que la televisión lo descubriera, así como un maoísta descubría la televisión. Y no es todo. Como  percibe que la política puede hartar al gran público, acaba de publicar un libro, con un titulo sugerente: Elogio del Amor (2010), que posiblemente ayude a prolongar su fama mediática y le asegure seguir de canal en canal, salvándose del zapping.