Benedicto XVI agradece calurosa acogida y hospitalidad británicas
"Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado", dijo el Papa elogiando la labor de cuantos habían participado en "el intenso trabajo de preparación" de su viaje, desde los miembros del Gobierno actual a los del precedente, pasando por las autoridades locales, la policía y los numerosos voluntarios.
"En el tiempo que he estado con vosotros, prosiguió, he encontrado a representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad británica. La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad", declaró según el servicio de información del Vaticano..
El pontífice recordó su encuentro con la Reina Isabel II, con los líderes políticos y su discurso a las dos Cámaras del Parlamento, y manifestó el deseo de que esos encuentros "contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes".
Refiriéndose a continuación a los actos celebrados junto al Arzobispo de Canterbury y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra en la abadía de Westminster, "un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos", dijo: "Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural."
"Naturalmente -concluyó- mi visita ha estado dirigida de un modo especial a los católicos del Reino Unido. (...) Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el Cardenal John Henry Newman. Estoy convencido de que, con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad.".
El sábado el Papa se embarcó de regreso a Roma, aterrizando en el aeropuerto de Ciampino a las 22:00 horas y desde allí se trasladó en automóvil al palacio apostólico de Castelgandolfo.
El pontífice recordó su encuentro con la Reina Isabel II, con los líderes políticos y su discurso a las dos Cámaras del Parlamento, y manifestó el deseo de que esos encuentros "contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes".
Refiriéndose a continuación a los actos celebrados junto al Arzobispo de Canterbury y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra en la abadía de Westminster, "un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos", dijo: "Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural."
"Naturalmente -concluyó- mi visita ha estado dirigida de un modo especial a los católicos del Reino Unido. (...) Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el Cardenal John Henry Newman. Estoy convencido de que, con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad.".
El sábado el Papa se embarcó de regreso a Roma, aterrizando en el aeropuerto de Ciampino a las 22:00 horas y desde allí se trasladó en automóvil al palacio apostólico de Castelgandolfo.