La concesión de indultos a los líderes independentistas catalanes que se encontraban presos por el referéndum de 2017 abre un escenario incierto. Con los indultados ya en la calle, ahora toca pasar a la siguiente pantalla: tratar de resolver el conflicto de fondo.
 
 

Pedro Sanchez PSOE

 

 
Desde Madrid, el Gobierno de España, con Pedro Sánchez a la cabeza, llama a la concordia y al reencuentro, pero insiste en que no permitirá la celebración de un referéndum de autodeterminación.
 
Por su parte, el nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, saluda los indultos, pero incide en que el perdón no es suficiente e insiste en señalar que el referéndum de autodeterminación y la aprobación de una ley de amnistía son objetivos irrenunciables para el independentismo.
 
La primera toma de contacto entre ambas administraciones tras los indultos tendrá lugar el próximo martes. Pedro Sánchez recibirá a Pere Aragonès en el Palacio de la Moncloa. Formalmente se trata solo de la clásica recepción a un líder autonómico tras su investidura, pero la cita trasciende lo protocolario.
 
El encuentro servirá para medir la temperatura, conocer hasta qué punto ambas partes pueden encontrarse en la búsqueda de soluciones y, en el terreno de lo concreto –o al menos así se espera– para saber cuándo se reactivará la mesa de diálogo, que lleva sin reunirse desde febrero de 2020.
 
¿Y AHORA QUÉ?
 
A la espera de que se vayan despejando esas incógnitas, varios expertos repasan en conversación Sputnik cuál es el escenario político tras los indultos.
 
El punto de partida es el propio acto de perdón, que según explica Marc Sanjaume, asesor político y docente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), hace no demasiado tiempo era algo "impensable"
 
"Son gente que estaban condenados y, aunque al independentismo le pareciera muy obvio que eran inocentes, para la inmensa mayoría de españoles fuera de Cataluña se merecían estar en prisión y era absolutamente impensable conseguir que fueran liberados", valora.
 
Por ello, los indultos "abren la puerta a que se materialice una vía política para hablar las cosas", añade, subrayando que "entre cero y la independencia hay un margen de cosas que se pueden negociar".
 
En ese sentido, señala que, si ambos acuden a la mesa de negociación dispuestos a hacer concesiones, "puede repetirse la situación de los indultos una victoria del independentismo y una decisión política positiva para el Gobierno".
 
El problema, apunta Marc Guinjoan (doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona) es que, una vez se sienten a hablar, ambos se toparán con un muro, ya que sus puntos de partida están muy distanciados y "las posiciones de los actores no se mueven".
 
"El independentismo considera que la manera de solucionar el conflicto es votando mientras que el Gobierno considera que la unidad de España es una cuestión que no se puede discutir", explica este académico, experto en identidades nacionales.
 
En ese sentido, Guinjoan afirma que la mesa de diálogo "tiene un recorrido relativamente corto porque se basa en dos posiciones totalmente opuestas y que difícilmente se reconciliarán".
 
¿DE VUELTA AL ESTATUT?
 
En una línea contraria, el académico Ernesto Pascual, profesor de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), destaca que pese a lo distanciado de ambas posiciones, hay espacio para la reconciliación, aunque puntualiza que "no pasará de la noche a la mañana".
 
A su modo de ver, la reconstitución de la mesa de diálogo será un hito para favorecer ese reencuentro entre España y Cataluña, pero subraya que también es necesario el reencuentro entre los propios catalanes.
 
"Se habla mucho de conflicto con España, pero hay muchas personas en Cataluña que sienten el conflicto también a nivel interior, y se sienten menoscabadas por los independentistas", subraya.
 
Según su análisis, si se crea ese clima, es posible conseguir avances que terminen, como pide el independentismo, con una votación, aunque no en un referéndum de autodeterminación.
 
Esa votación –prosigue el análisis de Pascual– deberá remontarse al pasado para enmendar lo que los independentistas consideran el agravio que justificó el comienzo del proceso separatista: la reforma del Estatuto de Cataluña de 2006, cuyo contenido se vio limitado después de que el Tribunal Constitucional eliminara 14 de sus artículos.
 
"El presidente [Sánchez] ya ha dejado claro que si el origen de todo el problema es el estatuto del 2006 y los 14 artículos que se denegaron, se puede negociar sobre eso. Y votar luego", señala.
 
La interpretación de Marc Sanjaume coincide, señalando que existe un "margen político evidente" para hacer un referéndum sobre "una opción de Estatuto u otra opción moderada de pregunta". En cualquier caso, también insiste en que, para encontrar una solución, será necesario hacer concesiones.
 
"Para el independentismo era muy fácil ir a la ofensiva, cuando sucedió el 1 de octubre, pero lo difícil viene ahora. Es curioso, porque desde 2017 se dice que el movimiento va fatal, pero ahora es el momento en que tienen al Estado donde querían: perdonando la pena y diciendo que van a negociar", concluye. 
 
 
Con información de Sputnik