Los cuatro diputados del partido islamista Raam, que forma parte del gobierno de Neftali Bennet, ya han podido mostrar su relevancia en dos trascendentes decisiones para el futuro inmediato de Israel.
 
 

Mansour Abas

 

 
La heteróclita coalición que gobierna Israel, con partidos que cubren desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha religiosa, sufrió su primera derrota en la Knéset con motivo de la renovación de la llamada Ley de Ciudadanía, que impide el reagrupamiento de familias mixtas y la residencia en territorio israelí de matrimonios formados por palestinos de Gaza o Cisjordania y miembros de la comunidad árabe de Israel.
 
El Parlamento de 120 escaños se dividió en una votación que arrojó 59 votos a favor de la extensión de la ley y 59 en contra. Para el primer ministro Bennet, sucesor de Benjamín Netanyahu, supone un primer tropiezo, pero —al menos— la coalición se mantiene en el poder al no haber quedado en minoría.
 
FRENAR LEYES DISCRIMINATORIAS
 
En ese voto, los cuatro diputados del partido islamista gubernamental, Raam, también se dividieron a partes iguales. Los dos diputados árabes que se decantaron contra la renovación de la ley fueron vitales para derrotar una norma que los árabes israelíes y los palestinos fuera de Israel siempre han considerado discriminatoria, si bien en la realidad se conceden permisos por cuestiones humanitarias a familias palestinas.
 
Al ser miembro de la coalición gubernamental, el partido árabe Raam estaba "obligado" a secundar la iniciativa de su jefe de gobierno, pero esos dos diputados que en teoría rompían el compromiso salvan la cara del partido frente a la comunidad árabe israelí (un 20% de la población total del país).
 
Contra toda supuesta lógica ideológica, Netanhayu y sus partidarios también votaron contra la iniciativa, pero con la sola intención de hacer caer al gobierno.
 
El jefe del Raam, Mansour Abás, se convirtió a principios de junio en el primer miembro de la minoría árabe en llevar a su partido a un gobierno de Israel. Cortejado por Benjamín Netanyahu durante meses para obtener su apoyo, Abás prefirió aceptar la propuesta del candidato Bennet, considerado un político mucho más a la derecha que Netanyahu en el escenario israelí.
 
Por supuesto, Abás fue criticado por sus antiguos colegas de la Lista Árabe Unida, una coalición de partidos árabes que hasta hoy se presentaba unificada en las elecciones y que cuentan con 11 diputados tras la deserción de los 4 de Raam.
 
MANSOUR ABÁS, PRAGMATISMO ANTES QUE IDEOLOGÍA
 
Mansour Abás, un musulmán conservador, ligado a los Hermanos Musulmanes, considera que su partido no hace diferencias entre izquierda y derecha israelí y que lo importante es concentrarse en la crisis interna que vive la comunidad árabe israelí. Sus exigencias para integrar el gobierno se centraban, entre oros puntos, en obtener una suma para frenar la criminalidad en su comunidad, el reconocimiento de los beduinos del desierto del Neguev como ciudadanos de Israel o el freno a las leyes que propician la demolición de casas construidas sin permiso por familias de árabes israelíes. Un permiso, por cierto, que no obtendrían en muchos casos si lo pidieran oficialmente.
 
Para aquellos que dentro y fuera de Israel y de los países árabes se pudieran sorprender por la existencia de un partido islamista en un gobierno israelí por primera vez en la historia, Abás tiene una respuesta simple: pragmatismo. Por encima de principios o ideologías que hasta ahora los partidos árabes han blandido para rechazar formar parte directamente de las decisiones gubernamentales, Abás cree que su presencia en el gabinete puede ayudar a los árabes de Israel a remediar los problemas cotidianos que sufren en los pueblos y ciudades donde son mayoría y que se consideran discriminados también en cuestiones económicas y sociales, como la renovación de vías públicas y viviendas o la construcción de escuelas.
 
Mansur Abás sabe equilibrar su discurso para justificar su decisión y no cercenar los lazos con su comunidad. Por una parte, realiza declaraciones que saben satisfacer a parte de sus coaligados, como cuando subraya que, "a pesar de las diferencias entre diferentes comunidades y religiones, "hay algo que nos une y es la ciudadanía israelí".
 
"EL GOBIERNO DEPENDE DE NOSOTROS"
 
Al mismo tiempo, recuerda a sus votantes que "el gobierno de Bennet depende de nosotros y de nuestras decisiones, y si existiera contradicción con nuestros principios nacionales y religiosos, lo dejaremos".
 
De momento, es capaz de prevenir para no llegar a ese extremo. En otra decisión de gran calado, Abás hizo saber al primer ministro que se abstendría en el voto de otro proyecto gubernamental que pretendía aprobar una ley que obligaría a los árabes israelíes a hacer un servicio, al menos, civil. La iniciativa fue abortada.
 
La entrada del partido árabe Raam en la coalición que gobierna Israel quedó oscurecida por los últimos enfrentamientos entre israelíes y palestinos del pasado mes de mayo. Hoy es, de momento, indispensable para mantener el frágil gobierno de coalición del "halcón" Neftali Bennet. 
 
 
Con información de Sputnik