Desde mediados de junio Haití vive una crisis de abastecimiento de combustible por la guerra de las bandas armadas en la entrada sur de su capital, y la situación se agudizó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
"Llevo varios días en las filas de combustible y después de horas la venta está limitada, eso significa que mañana tengo que regresar y empezar todo otra vez", dijo a Sputnik Frantz Joseph, quien se gana la vida como taxista a bordo de una motocicleta.
En los días posteriores al magnicidio la sociedad, aún en shock, decidió permanecer en sus viviendas a la espera de noticias y temiendo un aumento de la violencia, sin embargo, poco a poco la vida regresa a su ritmo habitual y el combustible resulta esencial para iluminar un país donde solo el 30 por ciento de la población tiene acceso a un servicio intermitente de electricidad.
Además del diésel que permite el funcionamiento de los generadores eléctricos, existe un grave desabastecimiento de gasolina, combustible que alimenta el parque de vehículos de la transportación colectiva y muchos autos privados.
Los surtidores son escenarios de largas filas, con frecuentes interrupciones de tráfico, incluso de la avenida Panamericana, una de las tres que atraviesa la capital del norte a sur.
El martes 13 de julio, el Gobierno de la República Dominicana anunció que permitirá el paso de las exportaciones "por razones humanitarias", con el objetivo de palear el desabastecimiento de Haití.
El país vecino es el primer exportador de alimentos hacia Haití y teme que la falta de alimentos y productos de primera necesidad pudiera generar un flujo migratorio.
Dominicana cerró sus fronteras tras condenar el crimen que "atenta contra el orden democrático de Haití y de la región", expresó el presidente Luis Abinader.
El polémico mandatario haitiano murió en su residencia de la capital de 12 disparos y luego de sufrir torturas, según declaraciones del ministro delegado Mathias Pierre.
Su deceso provocó un vacío institucional, con un Parlamento disfuncional desde enero de 2020, y el poder judicial acéfalo tras la muerte de su presidente a finales de junio por COVID-19.
Con información de Sputnik