Luis Rivas
Alemania, el mejor amigo de Estados Unidos en el mundo. Así lo afirma el jefe de la diplomacia de Joe Biden. La buena sintonía entre Washington y Berlín no puede ocultar, sin embargo, diferencias que la presidencia norteamericana trata de empujar a su favor, a dos meses de la retirada política de Angela Merkel.
Algunos líderes europeos sueñan con hacerse una foto con el presidente norteamericano de turno, ya sea demócrata o republicano. Ello les lleva, a veces, a hacer incluso el ridículo. En el caso de Joe Biden, la carrera europea hacia la primera recepción Casa Blanca se la disputaban Berlín y París. La lógica se impuso y fue Angela Merkel la vencedora en esa competición un tanto servil.
Además de la primera potencia económica del Viejo Continente, Alemania es el principal territorio europeo en el despliegue tanto de bases militares, como de tropas norteamericanas. Desde la creación de la República Federal Alemana, en 1949, los alemanes viven bajo el paraguas 'protector' de Estados Unidos, y eso no cambió después de la Reunificación en 1990 y la desaparición del Pacto de Varsovia, un año más tarde.
LA DERROTA DE MACRON
Toda la retórica europeísta sobre la autonomía estratégica europea, todas las teorías sobre un hipotético ejército europeo no son sino burbujas de aire para consumo de la prensa. Francia y en particular, bajo la presidencia de Emmanuel Macron, puede hacer los esfuerzos declarativos que quiera; la realidad es que esa autonomía militar europea es una utopía que Berlín no está dispuesta a cambiar.
Donald Trump se distinguió entre otras cosas, por convertir a la Alemania de Angela Merkel es su saco de boxeo diplomático preferido. Las imprecaciones del expresidente para que sus aliados europeos de la OTAN elevaran a un 2% del PIB su presupuesto de defensa eran dirigidas especialmente a Berlín. Trump, en la agonía ya de su mandato, amenazó con retirar de territorio alemán 12.000 de los 35.000 soldados norteamericanos instalados allí.
Y en eso llegó Biden, y para el nuevo mandatario norteamericano, la Europa que se cree unida es menos importante que su socio berlinés. Ante la decepción francesa, Angela Merkel fue el 'maillot' amarillo en el 'tour' europeo de los invitados a la Casa Blanca. Macron, que fue el primer dirigente europeo en invitar a Donald Trump y que fue correspondido por ello, puede estar celoso de Merkel. Pero lo que sí deberían considerarse ignorados son los dos dirigentes de la Unión Europea, la alemana Ursula Von del Leyen, y el belga, Charles Michel, conocidos rivales en la disputa de sofás extranjeros.
MERKEL, CONOCIDA DE BIDEN, ESPIADA POR OBAMA
Biden recibió a una Merkel en fin de ciclo, a menos de tres meses de las elecciones que determinarán su sucesor en Berlín. Viejos conocidos, sus relaciones no tienen nada que ver con los desplantes y chanzas de Trump hacia la Canciller, pero eso no significa que los intereses contrapuestos vayan a desaparecer entre los dos aliados.
El gasoducto Nord Stream 2 que llevará gas ruso directamente a Europa por el mar Báltico, sin pasar por Ucrania, era uno de los principales obstáculos en las relaciones Washington-Berlín. La Canciller se resistió a cancelar el proyecto a pesar de las amenazas de Trump y de las presiones de Biden. Por el momento, el nuevo inquilino del Despacho Oval ha retirado las sanciones a las empresas participantes en el proyecto gasístico. Las "compensaciones" a Kiev mencionadas por los dos mandatarios se clarificarán en el próximo futuro.
Merkel aguantó también la presión de su interlocutor en relación con la 'guerra fría' que Estados Unidos ha declarado a China. El país asiático es el principal socio comercial de Alemania, y Merkel no está dispuesta a cercenar unas relaciones que dañarían gravemente a las empresas de su país. La Canciller fue la impulsora del acuerdo comercial UE-China que capotó en el último momento, tras la aplicación de sanciones por parte de Bruselas.
Por su parte, Merkel no consiguió ablandar a Biden en relación al veto norteamericano a la entrada de ciudadanos europeos en su país, con la excusa del covid19. Los representantes de empresas alemanas instaladas en territorio estadounidense no pueden visitar las sedes de empresas que emplean a 900.000 trabajadores norteamericanos.
A LA ESPERA DE LA ERA POST-MERKEL
El eje Washington-Berlín se ha reparado en parte tras las presidencias de Trump y Obama. Recordemos que, si con el demócrata las relaciones aparentaban amistosas, el propio teléfono personal de Merkel fue espiado bajo su mandato.
En el cajón de diferendos, Biden se reserva munición hasta conocer el nombre del nuevo Canciller. Los favoritos, Armin Laschet, del partido de Merkel, y la ecologista Annalena Baerbock. Tasas sobre el acero y el aluminio, el impuesto digital a las GAFAM norteamericanas, y, especialmente las relaciones con China y Rusia compondrán el futuro menú de las relaciones y de la presión norteamericana hacia su principal aliado en Europa.
Con información de Sputnik