Alimentación cuando se vive en solitario
Por Lic. José Antonio Quispe Palacios*
Encontrar el refrigerador medio vacío o alimentarse a base de productos precocidos, son algunos de los males que sufren las personas que viven solas. Sin embargo, planificando los menús y el almacén de los alimentos en casa, se puede llegar a un equilibrio perfecto.
Cocinar para uno puede ser tan desalentador como cocinar para una familia numerosa, o incluso más. Hay que comprar en cantidades pequeñas, cocinar raciones irrisorias y en muchas ocasiones tirar lo que no llega a consumirse a la basura.
Para superar esta situación es necesario planificar los menús. Esta operación comienza en el propio mercado o supermercado. Hay que evitar, ante todo las ofertas y los tamaños familiares o las presentaciones que incrementan su tamaño por el mismo precio. ¿De qué sirve comprar más barato si luego hay que eliminarlo?. Es mejor pagar un poco más por cantidades más pequeñas pero disfrutar de ellas y además variar más los platos.
En cuanto a las bebidas. Las botellas deben ser individuales. Un tetra pack de jugos o néctar de frutas que se quede abierto en la refrigeradora durante tres o cuatro días es inservible.
En las conservas. Las latas de atún, frutas en almíbar, etc, siempre en los tamaños más pequeños. Nada de abrir una lata y meterla en la refrigeradora.
Al cabo de cinco días estas conservas acabarán desechadas.
La leche. Su compra irá en función de la cantidad que se tome al día. Pero, si no se toma mucha es mejor optar por los envases de medio litro o las cajitas individuales que justo contienen la medida de un vaso. Además estos poseen la ventaja añadida de poder llevarlos al lugar de trabajo, para los días que no da tiempo a desayunar.
En cuanto a las preparaciones para microondas. Normalmente los productos preparados para estos hornos suelen incluir sólo una ración. En ocasiones pueden resultan una buena solución, aunque tampoco conviene abusar.
La fruta fresca. Lo mejor es comprar la fruta por unidades. Dos manzanas, dos naranjas o una pera. Siempre lo que se crea que se vaya a consumir.
Saber comprar es fundamental, pero también lo es tener un almacén bien organizado, ahorra tiempo y mejora la calidad de la alimentación.
En cuanto a los alimentos integrales. La despensa está pensada para almacenar productos por un determinado periodo. Por ello, en la medida que sea posible, es preferible escoger alimentos integrales que son los que menos nutrientes pierden con el paso del tiempo.
Hay que almacenar en proporción. No hay que olvidar que la despensa, y sobre todo la de quien vive solo debe tener de todo, pero en la proporción adecuada. No se trata de acumular productos por capricho. Lo más importante es seleccionar en función de las necesidades, tanto de consumo como nutricionales.
Tengamos una buena planificación. Puede ser de gran ayuda saber los alimentos que se van a consumir. Cocinar para varios día y congelar los alimentos, permite mantener una dieta sana y equilibrada. Para ello, se puede hacer uso de los sistemas de envasado al vacío con los que los alimentos conservan todas sus propiedades durante más tiempo.
Debemos comprar lo imprescindible. Se debe procurar no acumular alimentos. Sobre todo aquellos que no son imprescindibles. Es importante tener una despensa, pero no hay que olvidar que ésta debe facilitarnos la alimentación, no ser una caja de sorpresas.
La organización por delante. Sobre todo, resulta importante ser muy ordenados. Todos los productos almacenados deben mostrar en lugar bien visible la fecha de vencimiento. Si, por cualquier motivo, se han duplicado o triplicado alimentos del mismo tipo, se han de colocar detrás los que vencen más tarde.
Asimismo, cuando se hace una nueva compra, los productos nuevos deben incorporarse detrás de los que ya había, así se facilita una renovación constante. Esto se denomina PEPS (“lo que Primero Entra, es lo Primero que debe Salir”).