Infección causada por este virus no suele dar síntomas en su etapa inicial
La transmisión por exposición a sangre infectada principalmente por transfusiones sanguíneas, trasplantes de órganos, inyecciones con jeringas contaminadas, el consumo de drogas inyectables y las relaciones sexuales sin protección, pueden ser las formas de contagio más comunes del virus de la hepatitis B o C en la población mundial.
El Dr. Mauricio León Rivera, director médico del Centro Detector del Cáncer y cirujano oncólogo de la Clínica Ricardo Palma, explicó que la mayoría de personas que son infectadas con este virus podrían desarrollar cáncer de hígado o cirrosis si no se detecta en forma temprana, principalmente porque es una enfermedad silenciosa por largo tiempo hasta que llega a una condición grave y peligrosa.
“Se estima que alrededor del 25% de las personas infectadas con el virus de la hepatitis B o C tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer hepático”, refirió el galeno.
El cirujano oncólogo comentó que a pesar de que existen tratamientos efectivos, sigue siendo una de las causas de muerte más comunes, porque las personas desconocen que están enfermas, ya que la infección causada por este virus no suele dar síntomas en su etapa inicial.
Agregó, que infectarse con este virus no necesariamente significa que se desarrollará una enfermedad en el hígado. Por el contrario, podría tomar varios años, o en muchos casos décadas, para que cause un mal en el hígado como la cirrosis o el cáncer que ponga en peligro la vida.
Si la hepatitis B o C comienza a causar un daño grave en el hígado, los síntomas podrían tornarse más prominentes, como la fatiga, debilidad muscular, disminución del apetito, náuseas, ictericia o tinte amarillento en la piel, pérdida de peso, prurito (picazón), orina oscura o hinchazón abdominal o de los tobillos por retención de líquidos.
En ese sentido, el especialista recomendó que deben descartar la enfermedad aquellas personas que recibieron transfusión de sangre, fueron trasplantados, personas que comparten jeringas, quienes se hicieron tatuajes o piercings con material no descartable, cualquiera que tenga análisis de sangre anormal, en especial las transaminasas, portadores del virus del sida, pacientes con hemodiálisis, personas que han practicado sexo inseguro y finalmente los pobladores de las zonas alto andinas donde la hepatitis es una enfermedad endémica y la enfermedad se trasmite también de madres a hijos.