Por Herberth Cuba García*
La política remunerativa del sector Salud, según los propios voceros del gobierno, es el aspecto central de la reforma de salud. Ha aprobado, a través del Decreto Legislativo 1153, sin debate ni consenso, la reforma remunerativa del sector salud que abarca a los ministerios de Salud, Defensa e Interior con la exclusión de Essalud, es decir del ministerio de Trabajo. Situación injustificable pues los servidores de Essalud y los del MINSA cumplen las mismas funciones, no se entiende por qué han generado la diferencia.
Esta reforma ha creado una sola escala salarial de todos los servidores de salud sin tomar en cuenta las peculiaridades de cada grupo ocupacional. Es una pirámide remunerativa tipo militar, copia de la escala remunerativa sanitaria del gobierno del general Juan Velasco.
En ésa época, las diferencias salariales y de mando se aplanaron a tal punto que una enfermera con antigüedad ganaba más que un médico del nivel inicial. Y ocurría lo propio con la técnica de enfermería, la enfermera y así sucesivamente, generándose desmotivación y mediocridad en el sistema de salud. Este aspecto, común en la vida militar debido a que se refiere a un solo grupo ocupacional y está al margen del mercado, es contrario a lo que ocurre con el sector Salud, que posee casi 20 grupos ocupacionales y con mercados laborales propios, totalmente distintos.
Las huelgas y la agitación social eran frecuentes. La negociación colectiva era con todos los grupos ocupaciones en su conjunto, a nivel del sector, es decir, como Ministerio de Salud, sin tomar en cuenta el mercado laboral. El incremento salarial a un grupo ocupacional alcanzaba automáticamente a los casi 100 mil servidores. Esta rigidez y burocratización propia de un gobierno estatista y controlista, que anuló la innovación y la competitividad, ha retornado al presente a través del DL 1153, de la mal llamada reforma remunerativa del sector salud.
Curiosamente, en 1989 hubo una huelga médica que duró 100 días, cuyo resultado fue la aprobación y promulgación, en marzo de 1990, de la Ley de Trabajo Médico DL 559, que rompía la legislación estatista y burocrática del velascato. La salida de los médicos de esta pirámide burocrática y estatista permitió revertir los desastrosos indicadores sanitarios de aquella época.
Es increíble no tomar en cuenta la terrible escasez de médicos que tiene nuestro país: necesitamos 80 mil y tenemos sólo 40 mil. Contrario con lo que ocurre con otras profesiones o grupos ocupacionales. Hay escasez de médicos especialistas y los que tienen una altísima especialización son casi únicos y con nombre propio. La geografía, las realidades sanitarias y culturales de nuestro país son disimiles. ¿Cómo cubrir esas necesidades de salud sí no se otorga autonomía y discrecionalidad a los funcionarios de esas regiones para pactar sueldos con los profesionales que ellos necesitan? ¿Cree el gobierno que con un bono casi similar al de otros grupos ocupacionales se desplazará hacia esas zonas sin apelar “al sentido patriótico” y la obligatoriedad militar?
El acto médico es un acto jurídico que acarrea una dramática y costosa responsabilidad profesional. Un solo proceso legal puede llevar a la ruina económica al médico y su familia. Ejercer la profesión médica con equipos, insumos, medicamentos e infraestructura adecuados disminuye ese riesgo. ¿Cree el gobierno que por una diferencia de 200 soles frente a otros grupos ocupacionales, los médicos trabajarán voluntariamente en condiciones de enorme riesgo legal? Es obvio que no.
Las diferencias conceptuales, para entender la verdadera problemática del sector, entre el gobierno y los médicos, son abismales. Mientras el gobierno insiste en crear una reforma salarial con una sola escala, retornando a los errores del gobierno de Velasco, los médicos plantean una escala salarial sólo en el interior de su propio grupo ocupacional. Ambas son escalas salariales, pero una mira al pasado y la otra fortalece el futuro. El gobierno desmotiva y crea mediocridad, la propuesta médica aporta flexibilización laboral, genera competencia y estimula la innovación.
Un ejemplo: en el Consejo de Ministros descentralizado realizado en Puquio, Ayacucho, el gobierno ha prometido construir 2 hospitales, uno en el mismo Puquio y el otro en Cocacora. Antes de la promulgación del DL 1153, de reforma remunerativa, los médicos que trabajaban en Puquio ganaban un sueldo de 6 mil soles por 15 días de trabajo, es decir, 12 mil soles al mes. Los especialistas de Lima e Ica viajaban 15 días a trabajar en Puquio. Hoy eso se terminó. Un médico que trabaje en Puquio ganará 4,300 soles, igual que el sueldo básico de un médico de Lima, y además un bono de 1200 por 30 días de trabajo. Puquio se quedará sin médicos especialistas en modo irremediable. El poblador de Puquio necesita atención médica y sin profesionales ésta no existe.
La reforma remunerativa según el DL 1153 va a contracorriente de una economía de mercado. Es necesario incentivar y fortalecer las vocaciones médicas. Fortalecer la competitividad y la innovación. Hacer atractivo económicamente el desplazamiento en libertad de los médicos a los lugares más difíciles y hostiles de nuestra realidad nacional. Por ello se debe restablecer los alcances de la Ley de Trabajo Médico DL 559 de 1990 y dejar sin efecto el DL 1153 para la profesión médica. La solución de la huelga es una oportunidad que no se debe perder para componer el error del pasado.