medida presionHerberth Cuba Garcia

Falta de liderazgo ha agotado el tiempo político para hacer reformas                       

Recientes acontecimientos han puesto en evidencia el agotamiento político del gobierno para realizar las reformas trascendentales que el país requiere. La infeliz frase “pagar derecho de piso”, dirigida a los jóvenes peruanos por el presidente Ollanta Humala, a propósito de la ley del empleo juvenil aprobada en el marco del paquete reactivador de la economía, es clara demostración de ineptitud. El régimen no tiene capacidad para defender con tecnicismos y ardor sus propias propuestas.

Además, frente a un agravio de tal magnitud, ningún líder dilapidará su capital político defendiendo la ofensa presidencial. No lo han hecho sus aliados y menos aún sus propios congresistas. La anécdota se ha convertido en el fondo del debate político. ¡Hay que desagraviar a los jóvenes!

Las reformas requieren un conocimiento cabal de los aspectos políticos, económicos, culturales y sociales, en especial de su implicancia en el ámbito que se quiere reformar. También conocimiento de los afectados y noción clara de los beneficiados. No basta una buena norma. Además, la llamada buena norma es sólo buena o mala según el punto de vista de los actores involucrados. Se requiere mucha incidencia, mucho trabajo político para lograr consensos que impliquen un pensamiento vigente y luego den paso a la norma. Una ley de reforma no cambia la realidad si antes no ha cambiado la mente de las personas y ha convertido a la norma en una necesidad.

La ley de empleo juvenil ha obviado todos estos pasos. Ocurrió exactamente lo mismo con los 23 Decretos Legislativos que engloban la llamada reforma de salud. La frase agraviante del presidente “médicos bravucones” y la “medicina no es un negocio” dirigida a los profesionales y servidores de salud, desencadenó un enorme conflicto con grave perjuicio para los ciudadanos.

Además, el consenso logrado desde el 2002, con la décima tercera política de Estado del Acuerdo Nacional, hacía innecesario el secretismo y el uso de la vía de los Decretos Legislativos para legislar en materia sanitaria, porque todas las fuerzas políticas tenían conciencia de la necesidad de una reforma, con las características esbozadas en ese acuerdo. Si embargo, le sacaron la vuelta al Acuerdo Nacional, elaboraron normas en secreto y las promulgaron sin ningún tipo de incidencia política y luego vivieron el conflicto, se parapetaron en sus oficinas mientras la policía “hacía su trabajo”.  Perdió el país.

Ha sido necesario un cambio de ministro para abrir mesas de dialogo, llevar al foro del Acuerdo Nacional el trabajo técnico para lograr los consensos necesarios para una verdadera reforma de salud, es decir, se ha empezado a hacer lo que el gobierno debió hacer desde el principio. Sin embargo, parece que  el tiempo político del gobierno para las reformas ha concluido.

El giro que ha tomado el asunto del fomento del empleo juvenil, a través de una cerrada defensa para desagraviar a los jóvenes, ha puesto en evidencia el vacío político del gobierno. Esta falta de liderazgo ha dado pie a un prematuro inicio de la contienda electoral del 2016.

En este contexto la reforma de la salud se presenta esquiva y lejana. El tiempo político para el consenso sanitario se agota mientras las expectativas y necesidades de la gente se ven frustradas.

ASOCIACION MEDICA PERUANA, 19.12.2014