Y las indolentes respuestas del Estado a las necesidades de la gente.
Herberth Cuba Garcia
Una sentencia judicial ordena que Essalud atienda a una mujer que va a dar a luz. Una niña afiliada al Seguro Integral de Salud (SIS) que necesita una operación de alta cirugía se queda sin atención porque su madre no puede pagar su traslado de Arequipa a Lima y, menos aún, su hospedaje. Hechos reales que superan la fantasía.
Una mujer afiliada al SIS que se embaraza y luego consigue un trabajo y es inscrita en Essalud puede atenderse de cualquier enfermedad, después del periodo de latencia de 3 meses, menos de la atención de su parto porque, para Essalud, el embarazo constituye una preexistencia, es decir, ya estaba embarazada al momento de afiliarse. Lo curioso es que al afiliarse a Essalud, pierde automáticamente su condición de afiliada al SIS. En otras palabras, la mujer embarazada ha quedado desprotegida en la continuación de su embarazo y su parto. ¿Increíble, no?. Esta es una absurda respuesta del Estado a las necesidades y enfermedades de la gente.
El juez ha intervenido para hacer cumplir la Constitución Política del Estado y el sentido común, frente a leyes y reglamentos. El caso de la mujer embarazada se ha convertido en emblemático. Sin embargo, las leyes, los reglamentos y las directivas de menor nivel continúan vigentes y, por lo tanto, se hace necesaria una verdadera reforma de salud.
Una niña arequipeña de dos años con una malformación en la cara, luego de sucesivas y complicadas evaluaciones en Lima, que requirieron varios traslados de Arequipa a Lima, con pasajes y hospedaje conseguidos con apoyo de conocidos y amigos, perdió la cita de su cirugía hasta nuevo aviso por falta de dinero para viajar y alojarse en Lima. El Seguro Integral de Salud (SIS) al que está afiliada, sólo le financia las atenciones médicas, no el traslado de Arequipa a Lima y viceversa. Al estar internada, no necesita hospedaje ni alimentos, pero su madre que la acompaña sí lo necesita, pero el SIS tampoco financia esa necesidad. Lo peor y más grave es que durante su estancia en Lima deja de realizar su trabajo de vendedora ambulante, es decir, no tiene ingresos para sobrevivir.
La madre de la niña contribuye con sus impuestos, a través de régimen único simplificado (RUS), al cual se afilió precisamente para poder acceder al SIS. Es obvio que la niña se quedó sin la atención médica especializada que necesita por una distorsión en las leyes y reglamentos que regulan la salud. Otra vez, una absurda respuesta gubernamental a las necesidades de la gente.
Detrás de estos dos dramas humanos vemos descoordinación entre dos sistemas de servicios de salud distintos y cuyos afiliados pertenecen a segmentos poblacionales diferentes. Pasar de un sistema a otro es complicado, porque las prestaciones que brinda Essalud no las brinda el SIS. Un seguro de salud que sólo brinda atenciones médicas tiene barreras de acceso muy altas que perjudican a la población más pobre, es decir, a la población que el SIS debería atender.
Es necesario entonces que el SIS se fortalezca y se transforme en un verdadero seguro social público que brinde prestaciones sanitarias, económicas y sociales. La niña arequipeña necesitaba pasajes, estadía, alojamiento de la madre y un subsidio, aunque sea pequeño, para que la mujer pueda sobrevivir mientras no trabaja. No es grato decirlo, pero también deberían estar previstos los gastos de sepelio. No hay otra alternativa.
Es imposible construir un sistema de salud sobre la base de la caridad pública. Tampoco es posible construir hospitales especializados al lado de las casas de cada uno de los ciudadanos.
Es necesario hacer los arreglos legislativos para que se cumpla el derecho a la salud de los ciudadanos. El Ejecutivo pedirá facultades legislativas en materia de salud al Congreso de la República, y creo que no debería dársela por el mal precedente, salvo que exista un consenso claro sobre la direccionalidad de las futuras normas, que impida que se repitan los dramas que he relatado.
ASOCIACION MEDICA PERUANA
22 de mayo del 2015