Alguna vez has escuchado el término terapia psicológica de tercera generación? ¿Te has preguntado en qué consiste y qué consideraciones deben tenerse en cuenta para que una terapia pertenezca a este grupo?
Las técnicas de mindfulness han vuelto a captar la atención de gran parte de los profesionales de la Psicología. Este interés ha visibilizado la necesidad de alternativas en cuanto a herramientas y recursos que permitan a los psicólogos atender los procesos terapéuticos de sus pacientes, cuando estos tienen limitado control o posibilidades de cambiar su entorno.
Es justamente en este entorno donde las terapias de tercera generación, también conocidas como tercera ola de terapias de la conducta, han cobrado fuerza. Se basan en la importancia del contexto y en una relación constante entre el paciente y el terapeuta, para que la conducta del sujeto tratado se modifique, todo ello a través de la aceptación del problema.
Se enfocan principalmente en la manera de construir la percepción del problema y desarrollar un método en que, lejos de juzgarle, permita al paciente reelaborar su relación con la cotidianidad y su comportamiento. Si este tipo de terapias te resultan interesantes y quieres indagar para abordarlas de manera profesional, puedes formarte y estudiar online la Maestría en Terapias de Tercera Generación.
¿Cómo identificar si estamos frente a una terapia de tercera generación?
A diferencia de las terapias de primera o segunda ola, estas herramientas prestan especial atención al contexto comunicativo del individuo, evitando así generar hábitos rígidos en el comportamiento.
Para focalizarse en las mejoras que produce el tratamiento en sí, este tipo de terapias conceden un lugar privilegiado al lenguaje. La influencia del feedback de otras personas y el reconocimiento y verbalización del problema, permite vislumbrar cómo nuestra conducta es capaz de ser modificada.
De igual forma, hay que destacar el lugar que la relación terapéutica tiene en estos tratamientos. Al establecerse un diálogo social y comunicativo, este espacio se entiende como un elemento de cambio para el paciente. Esta es la diferencia en cuanto al acercamiento de otras terapias psicológicas existentes, donde la relación paciente-terapeuta es necesaria, pero reconocida solo como un medio de atención y no como un proceso de cambio.
Estos procedimientos son parte de las nuevas perspectivas de la psicología experimental que datan de los años noventa; esta “novedad”, hace que surjan extensos debates sobre si una técnica o terapia pertenece a la tercera ola o no. Es decir, sigue evolucionando e institucionalizándose. Sin embargo, hay una serie de técnicas terapéuticas que sí se consideran de forma directa de tercera generación como la terapia cognitiva, que se basa en la meditación para tratar un episodio de depresión, la aceptación/compromiso y la dialéctica conductual.
Sin embargo, la meditación por sí misma no puede ser considerada una forma de tratamiento desde la psicología de la tercera ola. Pasa lo mismo con la relajación, el yoga y otras formas de “mantener ocupada” la mente. Si bien estas actividades pueden contribuir a que alguien pueda sentirse mejor, no resuelven un problema psicológico que requiere terapia. Conviene recalcar que las terapias de tercera generación trabajan con aspectos profundos del comportamiento del ser. Se orientan para actuar en la subjetividad y la autopercepción, para actuar sobre las situaciones, emociones y sentimientos que han podido dar lugar a un trastorno.