El profesor Gueorgui Ignátiev encabeza el departamento de virología general en el centro que, a diferencia de otros fabricantes rusos de vacunas contra el COVID-19, decidió apostar por la llamada vacuna muerta.
 
 
Gueorgi Ignatiev
El profesor Gueorgui Ignátiev 
 
La tercera vacuna rusa contra el coronavirus todavía está a la espera de ser registrada en el Ministerio de Salud de Rusia. El fármaco ha sido creado por el Centro Científico Federal de Investigaciones y Desarrollo de Fármacos Inmunobiológicos M.P. Chumakov, que tiene capacidad para fabricar 10 millones de dosis al año.
 
Sus creadores todavía no han pasado a la tercera fase de ensayos clínicos con un número de participantes estadísticamente relevante, ¿pero qué se sabe sobre la vacuna a estas alturas después de las primeras etapas de investigación?
 
El profesor Gueorgui Ignátiev, que encabeza el departamento de virología general y es jefe adjunto para la Calidad e Innovación en el centro, sostiene que la vacuna no debería resultar más traumática para el organismo que otros fármacos y detalló en una entrevista a RT que durante la primera y segunda fase de los ensayos clínicos ningún voluntario desarrolló divergencia alguna después de la inyección.
 
En la primera fase participaron un total de 200 personas, 150 de las cuales recibieron la vacuna y otras 50 el placebo en forma de hidróxido de aluminio. La segunda fase de ensayos clínicos también contó con la participación de 200 personas, pero a diferencia de la primera fase, cuando los investigadores estudiaban la seguridad de la vacuna, durante la última etapa ya se enfocaron en la formación de anticuerpos y la inmunogenicidad, en otras palabras, la capacidad de activar el sistema inmunitario e inducir una respuesta inmune al coronavirus, indicó Ignátiev.
 
 
A diferencia de las vacunas rusas anticovid Sputnik V y EpiVacCorona —desarrollada esta última por el centro de virología y biotecnologías Véktor—, la vacuna del centro Chumakov, que recibió el nombre CoviVac, prevé la inyección de la segunda dosis dos semanas después de la primera inoculación en lugar de tres semanas, lo cual es importante en condiciones de una pandemia, precisó el científico.
 
La principal diferencia entre la CoviVac y otras vacunas es que se trata de una vacuna muerta, es decir, que se basa en el virus inactivado, y por lo tanto, es incapaz de provocar la enfermedad. Los científicos usaron el cultivo celular ruso que reproducen en el centro tras tomar muestras de los pacientes hospitalizados que contrajeron el covid-19.
 
"Somos mejores porque en nuestra vacuna están representadas más proteínas, tenemos representadas todas las proteínas virales en nuestro fármaco. En otras palabras, no se trata de unos trocitos, sino de todo", explicó Ignátiev a RT cuando le preguntaron en qué era mejor la CoviVac que sus análogos de los centros Gamaleya y Véktor.
 
Los investigadores del centro Chumakov cuentan con que el organismo reaccione a su vacuna de forma más global y que "la reacción del organismo sea recíproca" después de la inyección, agregó el científico.
 
Preguntado sobre las diferencias entre la CoviVac y las vacunas de Pfizer y Moderna, Ignátiev señaló que las tres vacunas no requieren del virus vivo y, mientras la vacuna del centro Chumakov es una vacuna inactivada, o muerta, las otras dos son vacunas de ARN. El científico advirtió de que un modelo más moderno y avanzado tecnológicamente, como es el caso de las vacunas de ARN, "no siempre va a significar" que el fármaco sea más seguro.
 
Actualmente el principal rival para el centro Chumakov es la vacuna china de Sinovac, que a diferencia de la CoviVac está un paso por delante por contar ya con la tercera fase de ensayos clínicos, comentó Ignátiev. "También es inactivada, también hay hidróxido de aluminio, la misma concentración de antígeno por dosis y aproximadamente el mismo intervalo de vacunación", indicó el investigador, que aseguró que su equipo no se da por vencido y seguirá adelante con su invento.
 
El problema de evaluar la calidad de la vacunación
Aunque el propio Ignátiev todavía no se ha inoculado contra el coronavirus, no le quedan dudas de que "es necesario vacunarse". "La cuestión radica en cómo evaluar la calidad de la vacunación", señaló. "La persona debe saber en qué se mete", subrayó, al dar como ejemplo un resultado típico de una prueba de anticuerpos igG que, por ejemplo, muestra que la persona tiene 45 de ellos, pero nadie le explica si esta cantidad protege del potencial contagio o no.
 
El científico remarcó que los anticuerpos deben poder neutralizar el virus, sobre todo si se trata de una vacuna cuyo objetivo es imposibilitar el contagio, y hoy en día no todos los anticuerpos que se forman son neutralizantes, mientras que las pruebas de anticuerpos para covid-19 disponibles en la mayoría de las clínicas para cualquiera solo muestran su cantidad en total, pero no revelan cuántos de ellos podrían servir de protección.
 
¿Quién puede vacunarse?
Basándose en los datos preliminares sobre la vacuna del centro Chumakov, sus creadores la dan por segura para los mayores de edad entre 18 y 60 años. Vacunarse con la CoviVac a los 80 "tal vez también sea seguro, pero no está demostrado", señaló Ignátiev con cautela, dando a entender que para este grupo de edad hace falta una mayor investigación y a lo mejor esto se aclarará durante la tercera etapa de los ensayos clínicos.
 
Lo que Ignátiev desaconseja es vacunar a los menores de edad, porque su sistema inmune difiere del de los adultos y los efectos de la vacuna en los niños aún no han sido estudiados.
 
 
RT, 17.02.2021