Se necesitan logopedas para rehabilitar a más de la mitad de los afectados por el coronavirus con problemas para comunicarse o comer tras intubaciones. Un estudio de la UOC concluye que más del 90% de los logopedas trabajaron de manera virtual a partir del primer mes de confinamiento, sobre todo con niños. 
 
En el escenario actual, con la vacuna mostrando su eficacia frente al coronavirus, la logopedia se vuelve fundamental para que muchos de los afectados por la enfermedad puedan recuperar una vida normal. Más de la mitad de los pacientes que fueron intubados en la UCI por el coronavirus, sufrieron disfagia, es decir, dificultad para comer, y muchos se ven afectados por problemas de lenguaje o voz. Los logopedas, que tratan estas patologías, reivindican su integración de manera plena en el sistema sanitario y en todos sus niveles para poder aportar sus servicios. «La logopedia ya es conocida y ha demostrado ser efectiva», defiende el Dr. Alfonso Igualada, director del grado de Logopedia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 
 
 

UCI coronavirus 12

 

 
A lo que añade, mientras falte la atención y el apoyo por parte de los gobiernos, los logopedas trabajan «en su gran mayoría», de manera externalizada y, como otras profesiones, se tuvieron que adaptar a las normas del confinamiento.
 
Así, un estudio impulsado por el grupo GRECIL, adscrito al eHealth Center de la UOC, concluye que más del 90% de los profesionales utilizaron la telepráctica, es decir, las consultas a distancia y virtuales, en el primer mes de encierro, y que casi el 60% confirmaron que se habían adaptado «progresivamente» a esta situación, en la que la mayor parte de pacientes fueron menores a partir de tres años. «Los logopedas tuvieron que enfrentarse a la necesidad de reaccionar para poder atender a las familias y personas con patologías del lenguaje o la deglución», resume el doctor en Logopedia.
 
Previamente a la pandemia de coronavirus, este sector sanitario tenía un uso «muy reducido» de la práctica a distancia, según el estudio, pero ya en la primera semana de estado de alarma, un 68% de los profesionales comenzó a utilizar videoconferencias o grabaciones de audio o vídeo con sus pacientes. 
 
Además, el experto resalta la necesidad de formación para los logopedas para sacar el mayor provecho a estas prácticas que no impliquen contacto físico. Y es que, con la situación actual, en la que se puede salir del hogar pero lo tenemos que hacer con tapabocas, la práctica de la logopedia aún no se ha normalizado del todo. Por una parte, explica el director del grado de la UOC, utilizar una tela que cubre parte de la cara «reduce la información facial» y, por otra, existe «un mayor riesgo de contagio debido a que múltiples técnicas requieren de una aproximación física durante tiempos superiores a treinta minutos». Así las cosas, remarca Igualada, la telepráctica «ha llegado para quedarse».
 
En las UCI
Mientras los logopedas trabajaban en confinamiento y en la nueva normalidad a distancia con pacientes con todo tipo de patologías, muchos enfermos de COVID-19 pasaban largas jornadas en las UCI de los hospitales. Los primeros estudios apuntan a que el 75% de los contagiados necesitaron ventilación mecánica en las primeras semanas de incidencia del virus. Una vez trasladados a planta, la intubación les provocó, en general, problemas asociados al lenguaje, el habla o la nutrición. Sin embargo, expertos advierten que hasta las personas que no hayan llegado a pasar por un hospital, pero sí hayan estado afectadas por coronavirus, pueden presentar «alteraciones en la voz debidas al sobreesfuerzo de la tos, la dificultad para respirar, el uso de inhaladores…». 
 
Ya antes de la pandemia, en 2014, una investigación aseguraba que las intubaciones de más de 48 horas provocaban el 67,5 % de las disfagias, que afectan a la respiración y la deglución, provocando problemas al tragar alimentos. Así lo ratifica el profesor de la UOC, advirtiendo de que la «severidad» de los problemas se hace mayor cuanto más tiempo pase el paciente con ventilación artificial, una situación que vivieron cientos de personas durante los meses más duros de la crisis sanitaria. 
 
Igualada considera que a día de hoy hay suficientes evidencias de la «necesidad de que haya suficientes logopedas en los equipos hospitalarios para intervenir en todas las unidades». Pero, por desgracia, indica, normalmente estos profesionales están en solo unas áreas o centrados en una única área, lo que, denuncia, «limita, en gran medida, su margen de acción». El propio sector, añade, está en un «proceso de especialización», por lo que debería ser habitual, dice, «que intervengan en las UCI o en los servicios de emergencia para llevar el tamizaje de funciones de lenguaje o deglución por afectación del sistema nervioso u otros implicados». Y, además, el especialista clama por un trabajo «interdisciplinario» entre las profesiones sanitarias para tener en cuenta también «las consecuencias posteriores, cómo prevenirlas o su rehabilitación posterior» en casos como, por ejemplo, la intubación de pacientes.