Por Herbert Mujica Rojas
Los fieles amanuenses de AG, no contentos con los ridículos proyectos de ley fallidos de los últimos 10 días, ahora se han impuesto la meta de impulsar que no se considere como organización criminal a los partidos (eufemismo de clubes electorales). ¿Por qué causa están tan inquietos? Hay seres que no tienen rabo de paja sino cola de dinosaurio.
¿Cómo debe llamarse el tráfico de influencias, por largos lustros, el aprovechamiento de las curules y su relación con el Estado burocrático, contratos, concesiones y cuchipandas mil con protagonistas harto conocidos en la esfera pública?
Más aún. Los palafreneros de AG son conjuntamente responsables con aquél que el Apra tenga una aceptación de más o menos 2%. En cualquier parte del país, en el estrato social en que se interrogue, en todas partes, la opinión es generalizada al enderezar a los apristas los calificativos de “ratero, delincuente, miserable, estafador, coimero”. Preguntarse por quienes lograron esta deplorable situación obtiene respuesta inmediata. ¿O no?
¿Disminuirá la persecución a las organizaciones criminales en los partidos por un proyecto de ley con indisimulable nombre y apellido propios? Me temo que no.
Todos los vehículos tienen una tuerca especial que garantiza que el ratero tarde más en birlar el seguro. Pero no impide al 100% el robo. Lo demora, lo mediatiza. La naturaleza del caco, en la vida común y en las esferas políticas, es la misma: estafar y despojar a los ciudadanos de su patrimonio. Es decir una ley con dedicatoria sólo retrasaría la eficacia de la dinámica judicial penal contra el flagelo de la corrupción.
Y si se tiene jueces, secretarios y cómplices en los tribunales, el asunto pinta mejor. Rastrear qué buenos amigos en el PJ dieron fallos ultra favorables no es sino una larga revisión disponible.
Que los amigotes siempre funcionales pretexten que los partidos son las entidades por las que se ejerce la democracia es verdad de Perogrullo. Con la precisión indispensable que en Perú NO existen aquellos, lo que sí hay son clubes electorales que disputan entre sí cómo exprimir la cansada ubre del Estado que pagan 30 millones de peruanos con sus impuestos.
Los saltimbanquis muestran una torpeza muy disciplinada y aquiescente con las órdenes que AG emite para que se cumplan sin dudas ni murmuraciones.
A los estafadores de la fe del pueblo aprista no les basta haber asesinado un cuadro moral, doctrinario e ideológico. Les apetece más del mismo menú de ser protagonistas anémicos de una decadencia a todas luces insalvable.
Nadir que afectará a todos los legisladores luego que la tarde del 9 de diciembre confirmemos la masiva votación del pueblo contra la reelección inmediata de los congresistas y la oposición al bicameralismo para evitar contrabandos en que son especialistas las vacas sagradas. ¿Quién respetará a los cancelados tempranamente 2 años y medio antes del 2021?
Y, hay que decirlo, Perú tendrá que pagarles aún el sueldo hasta ese año terminal de su período.
31.10.2018
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