Herbert Mujica Rojas
Informe
Por lo menos —hay que reconocerlo hidalgamente— 5 ó 6 de los 130 legiferantes que conforman el muy ilustre Congreso, sí estarían dispuestos a que se adelanten las elecciones y a acatar los resultados. Como es previsible, la ciudadanía en un referéndum votaría porque estas damas y caballeros vuelvan a sus casas y gocen del sempiterno anonimato de que siempre disfrutaron.
El pueblo es más sabio que todos los sabios, el embuste que una vacancia por yerros calamitosos sólo corresponde para sancionar al presidente Castillo, no camina en el Perú de nuestros días.
Lady Camones y su muy cortés sometimiento al candidato a gobernador de La Libertad, César Acuña que en un país civilizado, ya habría demandado censura, desafuero, denuncia penal severa, dio muestra a qué niveles tan míseros y pestilentes a lo que ha llegado lo que llaman “política”.
Volvamos a nuestros parlamentarios.
¿En qué otro lugar les llamarían doctores? Tampoco son capaces de prescindir de las brigadas de secretarias y las columnas de asesores, amén de los subempleados que dividen los sueldos para dar cabida a la amante, al primo, al sobrino, al hermano y entonces todos viven de la cansada ubre del Estado. Aunque no lo admitirían nunca ¡esto también es corrupción!
Más aún. ¿No es cierto que los miedos de comunicación radiales, televisivos y escritos les buscan para que digan cualquier disparate y para difusión con sus mejores fotos? El pueblo ha leído, escuchado o visto a varios analfabetos funcionales, “opinar” de —literalmente— cualquier cosa.
Entonces ¿cómo habrían de consentir adelanto de elecciones o remoción de sus puestos si con eso se terminan los protocolos de homenaje, cenas, almuerzos, presentación de libros que jamás leen o entenderían de hacerlo, etc., etc.
Decenas de parlamentarios están inscribiendo sus nombres y apellidos con la gloriosa palabra: ¡Presente! que es la única que han dicho cuando pasan lista. ¿Discursos, sustentación de leyes, referencia magistral a la historia turbulenta del Perú? ¡Nada de eso! Lo que Dios no da, Salamanca no lo presta y la inteligencia es una cualidad que brilla por su ausencia.
Para no pocos, el sillón congresal representa una aspiración indispensable: da honores, otorga sueldo puntual, es un tema de imagen —dicen— pero lo que no se entiende es que el Congreso debiera ser tribuna de agitación de los grandes temas de la agenda nacional.
Cuando en lugar de discutir de los monstruosos contratos con estabilidad tributaria que permiten que Perú esté engrilletado a tratos con pingue ganancia para los de fuera y miserias para los de dentro. ¡Se traiciona al Perú!
Malos ejemplos hay muchos.
La empresita Lima Airport Partners, LAP, firmó el contrato de concesión del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez el 2001. Cuando llegó tenía un capital mísero de US$ 3 mil dólares y ganó la buena pro en carrera de un solo caballo. En este 2022 todavía no entregan la II pista que motivó el convenio y persisten en su propósito de los terminales recién para el 2025. ¿A qué se debe la intensa y millonaria propaganda televisiva y radial de las últimas seis semanas? ¿Se preocupan los parlamentarios de ser decentes y poner bajo la lupa estricta este asunto que tiene más de 20 años de demora? ¡Por supuesto que no!
El Memorándum de Entendimiento Aéreo entre Perú y Chile y que funciona como un tratado internacional que sólo otorga ventajas enormes al país del sur y firmado durante el gobierno de Alan García Pérez, no ha sido investigado ni escrutado desde que se firmara el 2011 y con la declinación extraña de Cancillería que guardó mutis y ya ha ocasionado que se dejara de cobrar por lo menos 5 mil millones de dólares. ¿Entienden –siquiera el más mínimo barrunto- de este tema los congresistas? ¡Por supuesto que no!
¿Y el Parlamento y sus miembros? Maire, maire, cabellicos que se lleva el aire. ¡Felices, virtuosos, capaces de asegurar que la vacancia exclusiva del jefe de Estado Castillo, sí está en sus “agendas” pero ¡ni chis, ni mus! respecto de sus falencias intelectuales, políticas, de decencia y dignidad para comportarse a la altura de los acontecimientos y de acatar lo que grita la ciudadanía por calles y plazas: ¡Que se vayan todos!
En Nuestros legisladores, Horas de lucha, 1906, Manuel González Prada, subrayó:
“Entonces ¿de qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse?”
16.09.2022
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
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