Por Nicole Schuster
INTRODUCCIÓN
Las interdicciones de vuelo sobre un territorio dicho soberano se dan normalmente en base a razones de seguridad nacional. Pocas veces recurrió, por ejemplo, Francia a esta medida. Lo hizo luego de los atentados del 11 de setiembre 2001, para salvaguardar la nación de presuntos atentados terroristas, y en 2011 durante la erupción del volcán islandés, Eyjafjöll(1). La reciente suspensión del derecho de vuelo sobre el territorio de varios países europeos impuesta al mandatario boliviano por gobiernos supuestamente soberanos —que en esas circunstancias ratificaron explícitamente la relación de subordinación incondicional que les liga a Estados Unidos— aparte de suscitar indignación y desprecio para con esos súbditos, nos recuerda que estamos, a nivel mundial, en un estado de excepción. En efecto, el estado de excepción, que es un mecanismo jurídico que permite a una entidad gubernamental suspender la aplicación de la Constitución y usar de prerrogativas excepcionales para impedir que elementos logren hacer peligrar la continuación de un orden dado, ha ido instaurándose de forma gradual desde el 11 de setiembre 2001. Sin embargo, esta fórmula jurídica ha existido en la historia bajo varias formas. En Francia, se llama “Estado de sitio”, en Inglaterra “Ley marcial”, y en Alemania “Estado de urgencia”(2). En vista de ello, expondremos algunos casos que mostrarán cuales fueron las razones que prevalecieron para establecer un Estado de excepción a lo largo de la historia. Esos casos servirán igualmente para poner al descubierto el carácter antidemocrático de este dispositivo jurídico.