Por Víctor Martínez González*
El desempleo, la subida de precios y de impuestos, los recortes en los servicios más básicos, la bajada de salarios… La crisis económica no da tregua, y los ciudadanos deben racionalizar cada vez más sus gastos. Para muchos, tomar un café por la mañana se ha convertido en un lujo. Afortunadamente proliferan iniciativas solidarias que buscan aliviar la situación de los más empobrecidos. Algunas tan originales como el ‘café pendiente’ que, a pesar de tener su origen en la deprimida Nápoles del siglo XVII, uno de los mayores nidos de pobreza en Italia, ha experimentado todo un renacimiento en los últimos meses.