Taxista confesor
Por Antonio Saugar*
Más que un confesor o un asesor que guía y aconseja al parroquiano, el camarero es la vía de escape de quien se siente incomprendido por los suyos. Se convierte en el muro de las lamentaciones de sus clientes, que no tienen reparos en abrir su intimidad a la persona que, aunque no le comprenda, al menos sí le escucha. Y lo que es más importante: que sabrá disimular y mantener la discreción cuando el cliente regrese acompañado por otras personas de su entorno laboral o familiar.