Luis Alberto Salgado T.
El 5 de abril de 1992 se produjo un hecho nefasto para el Perú.
Ese día fue el golpe de Estado que perpetró Alberto Fujimori con un grupo de militares indignos y con el apoyo de un sector inculto y autoritario de poderosos vinculados a negocios y empresas que nunca entendieron que ésta era una patria para todos. Así, Fujimori, quebrantando el mandato democrático y constitucional que recibió y deshonrando su palabra, so pretexto de combatir al terrorismo y del desprestigio del Parlamento, violando la Constitución de 1,979, dio un golpe estructural, descarado y brutal contra las incipientes instituciones de nuestra democracia e impuso un orden dictatorial que devino en uno de los regímenes más corruptos, entreguistas y abusivos de la historia nacional. Violentamente y por la fuerza de las armas que la nación les entregó para protegerla, disolvió y cerró el Congreso Nacional, intervino y puso a su servicio al Poder Judicial y al Ministerio Público, calló y sometió a la Contraloría General de la República, cerró medios de comunicación y ordenó la detención de dirigentes de la oposición así como de líderes populares, gremiales y sindicales.