Por Modesto Montoya*
En 1984, la Asociación de Profesionales Nucleares (APN) del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) mostró que el estancamiento de los organismos público s de investigación se debía a las inadecuadas normas que regían su funcionamiento. La comisión de alto nivel ad hoc dispuesta por el presidente Fernando Belaunde hizo recomendaciones que nunca vieron la luz. Se fundó la Sociedad Peruana de Ciencia y Tecnología (SOPECYT), la que, luego de infructuosas reuniones con ministros y parlamentarios, quienes declaraban que el tema no estaba en sus campos de acción, planteó la creación de un ministerio de ciencia y tecnología encargado de impulsar la investigación en el país.
Para ordenar la caótica normativa laboral, disuasiva para los investigadores, la SOPECYT propuso la creación de la Ley de Carrera del Investigador Científico y Tecnológico. En enero del 2011, Ollanta Humala, candidato a la Presidencia de la República del Perú, ante los participantes del Encuentro Científico Internacional, ofreció llevar a cabo esas propuestas. ¿Qué ha pasado en sus 16 meses de Gobierno que empezó en julio del 2011?
El Gobierno del presidente Humala nombró una comisión consultiva para que realice un diagnóstico y proponga las políticas que impulsen la ciencia, la tecnología y la innovación en el país. El informe final, presentado por la ministra de Educación ante la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Congreso de la República, concluye en que el llamado Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SINACYT) es, en realidad, un conjunto desarticulado de universidades e instituciones que no tiene ni mandatos ni funciones claras, y que tampoco cuenta con mecanismos de coordinación vertical y horizontal. Por el contrario, tiene una deficiente estructura de gobernanza, y una intrincada y confusa arquitectura institucional. Sin liderazgo, burocratizado, débil, disperso e inviable.
Entre otros aspectos, cada institución —de manera independiente— tiene su propio reglamento de evaluación de investigadores, el que, en la mayoría de los casos, desincentiva la investigación y conduce a la burocratización. Peor aún: cada año, por no haber ley de carrera del investigador, la Ley del Presupuesto prohíbe incorporar investigadores capaces, o incentivar con ascensos a los que producen más en los organismos de investigación. Como resultado de ello, los investigadores peruanos se van del país. Quedan solo 1.090, mientras que Colombia tiene 11.000, Chile cuenta con 17.000 y Brasil con 135.000.
Por otro lado, los recursos económicos están dispersos en pequeños fondos. Además, se tiene recursos provenientes del canon minero con más de mil millones de soles destinados a la investigación en las universidades estatales, los que están bloqueados por normas que impiden incorporar investigadores capaces de usarlos.
Para ordenar ese caos y elevar el nivel de las decisiones políticas sobre ciencia y tecnología, la comisión consultiva propone la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI). Un ministerio tiene los poderes necesarios para establecer políticas y conseguir los recursos para ponerlas en práctica, con voz y voto en el Consejo de Ministros, en el seno del cual se deciden políticas y presupuestos para ejecutarlos; tiene capacidad de convocatoria ante los agentes activos del sector estatal, sector empresarial y sociedad civil, con los que pueden definir políticas consensuadas; tiene iniciativa de gasto como para proponer, al Congreso de la República, normas que conlleven modificaciones presupuestales.
Cada año, la Ley del Presupuesto prohíbe incorporar investigadores capaces, o incentivar con ascensos a los que producen más. Como resultado de ello, los investigadores peruanos se van del país. Quedan solo 1.090, mientras que Colombia tiene 11.000, Chile cuenta con 17.000 y Brasil con 135.000.
Beca 18 y desempleo 25
El mundo ofrece innumerables becas para estudiar en el extranjero. Basta con que un joven muestre capacidad y se lo llevan sin costo para el Perú. Así, por facilidad del idioma, Brasil se ha convertido en el mayor enganchador de talentos peruanos. Apenas graduados, bandadas de profesionales parten a Brasil, dan un examen relativamente fácil y ganan becas para estudiar en las mejores universidades brasileñas, que están entre las mejores del mundo. Con una buena educación primaria y secundaria, mayor será el número de becados por potencias extranjeras.
No hay escasez de becas ni de talentos, pero sí un rechazo a los que regresan. Cuando quieren volver, el Estado les cierra las puertas, las empresas privadas no los quieren. Entonces se van por donde vinieron y logran posicionarse en el ámbito internacional de la ciencia y la tecnología. Como la política peruana no ha cambiado, las becas 18 se convertirán en una subvención a los países desarrollados, que acogerán a los profesionales repelidos por el Perú que les facilitó la beca.
En concreto, casi nada
No se hecho casi nada en política en ciencia, tecnología e innovación. Esa es la opinión generalizada de empresarios, académicos y políticos que participaron en la CADE 2012 de Arequipa (ver www.cienciaperu.tv). Ni el Estado ni la empresa han iniciado algo serio y coherente. Las prioridades son básicas. Se trata de atacar la inequidad, la pobreza, la corrupción y la violencia delincuencial. Lo claro es que en Suecia y Finlandia no conocen esas lacras sociales porque con tiempo llevaron a cabo políticas para impulsar la educación, la ciencia y la tecnología.
No comprendemos la tesis elemental de que con conocimiento científico y tecnológico mejoraremos la vida de los peruanos, con buenos empleos, con creatividad, con salud y con capacidad para conseguir estudiar en cualquier parte del mundo, con beca o sin ella, pero sobre todo con ganas de regresar, sabiendo que las puertas para ellos estarán abiertas en el Perú.
Solo con plata no se impulsará la innovación
En la pasada década, México y España quintuplicaron su presupuesto dedicado a la ciencia y la tecnología, pero sin nuevas políticas. Los resultados fueron casi nulos. El número de patentes (el indicador más usado en el mundo para medir el estado de la innovación) no aumentó. Los analistas internacionales reconocen que la plata no sirvió de mucho para que esos países impulsen la innovación. Todos saben que antes de invertir en un sistema cualquiera (sea empresarial, educativo, cultural u otro) hay que organizarlo y prepararlo para que la inversión sea rentable.
En el Perú, el Gobierno, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la comisión que formó, anuncia que el próximo año se tendrá más y siempre dispersos fondos para innovación. En realidad, en conferencia de prensa, al mencionar un nuevo fondo, el Ministro de Economía y Finanzas declaró que no había leído el informe de la mencionada comisión consultiva.
En el ámbito internacional, el Banco Mundial publicó el libro Políticas de innovación: Una guía para países en desarrollo, en el que, grosso modo, define como innovación el comprar equipos del exterior y darles buen uso. Entre las recomendaciones de los expertos que escribieron ese libro está la de no crear un ministerio. Basta con una oficina especializada en la Presidencia del Consejo de Ministros. La decisión del Gobierno del Perú coincide con la propuesta de los expertos que redactaron ese libro.
A pesar de que los fondos aumentan, cada año recibimos la noticia según la cual seguimos perdiendo puntos en las tablas internacionales de rendimiento en innovación, y que es menor el componente de alta tecnología en nuestros productos de exportación. Sobre ese sistema, tememos que los recursos que se anuncian para el próximo año servirán solo para mostrar, con mayor claridad, la inoperatividad del sistema. Será funesto que se frustre más a las generaciones de científicos e ingenieros que han demostrado su capacidad y que regresan al país y no encuentran sitio para investigar e innovar. Para ello serán necesarias políticas públicas más complejas que simplemente abrir la caja.
* Presidente de la Academia Nuclear del Perú.
Red de Peruanos en Utah, 16-01-2013
http://redperuenutah.blogspot.com
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