NasaA menudo escuchamos decir que la globalización en marcha ha eliminado las fronteras nacionales pues estamos frente a un único mercado mundial. La producción mundial se ha deslocalizado y una empresa puede producir sus mercancías en diferentes países, las que son ensambladas en alguna localidad.

Asimismo, las empresas transnacionales (ETN) ya no producen mercancías para su mercado nacional —principalmente— y, después, para el mundo, sino que ahora el mercado mundial es su objetivo.  Y se ha formado una clase media global que consume más o menos lo mismo en todos los países.

Corolario: con la globalización prima el mercado y la oferta y la demanda. Se han vuelto obsoletos los Estados nacionales y sus intereses estratégicos. Eso solo lo hacen los que se han quedado en el “Jurassic Park” de las ideas y no se han “aggiornado” a los nuevos tiempos.

Pero en EEUU, la agencia espacial NASA es propiedad del Estado. Tiene 19,000 empleados y más de 60,000 empleos adicionales en empresas contratadas (1). Su presupuesto fue US$ 17,847 millones en el 2014 y llega a US$ 40,000 millones cuando se añaden los presupuestos espaciales del Departamento de Energía, Transporte, Comercio y el Servicio Geológico (USGS).

Dice el gobierno de EEUU que la industria espacial tiene un carácter estratégico, no solo por lo que significa, sino porque las innovaciones tecnológicas son luego “usadas” por las empresas privadas. Las principales receptoras en 2012 han sido California Institute of Technology (US$ 1,700 millones), Lockheed Martin (US$ 1,600 millones), Boeing (US$ 1,500 millones) Otras son: Jacobs, Raytheon, Northrop Grumman, General Dynamics y Orbital Sciences.  Algunos de los “spinoffs” de los últimos tiempos son los Lentes Resistentes, Tratamiento de aguas residuales, Microscopio para emisiones balísticas electrónicas. Y así.

Lo mismo con la empresa europea Airbus, sector que tiene que estar en la frontera de la tecnología de última generación. Los dueños originales fueron los gobiernos del Reino Unido, Francia y Alemania. Hoy Airbus, 141,000 empleados, le hace fuerte competencia a Boeing y Lockheed de EEUU.

En el 2013 Airbus tuvo ingresos por  € 68,000 millones (2), de los cuales  € 12,000 millones corresponden a ventas al sector defensa. Clave: su cuaderno de órdenes para nuevos aviones es € 687,000 millones, de los cuales 47,250 millones son para defensa.

El Pentágono tiene un presupuesto de US$ 495,000 millones para el 2015, de los cuales US$ 159,000 millones son para “futuras inversiones en defensa y para recapitalización de equipo y plantas (incluye US$ 90,000 millones para compras y US$ 63,000 millones para investigación y desarrollo)” (www.defense.gov) .

Hace poco, la OMC tuvo que dirimir un pleito entre Airbus y Boeing de EEUU, que se acusaban mutuamente de recibir subsidios “ilegales” de sus gobiernos por US$ 20,000 millones. Eso es parte de la pelea estratégica en el mercado de los compradores de aviones nuevos.

Además de los intereses estratégicos, el comercio internacional está lejos de regirse por la oferta y la demanda. Dice el Informe sobre la Inversión Mundial 2013 de UNCTAD (3), que en el 2010 el comercio mundial fue US$ 19 billones (trillones, en inglés), de los cuales solo US$ 4 billones NO estaban relacionados con ETN.

Los otros US$ 15 billones son lo que UNCTAD llama “comercio relacionado” entre las ETN. La forma más directa es el comercio intra-firma (casa matriz con subsidiaria), con US$ 6.3 billones, nada menos que el 33% del total. Agrega que US$ 2.4 billones adicionales (el 13% del total) son comercio entre ETN a través de relaciones contractuales de largo plazo (aunque no de propiedad). Los últimos US$ 6.3 billones son comercio entre ETN a través de transacciones independientes.

Queda claro que la oferta y la demanda en los mercados internacionales ha sido tomada por las 300 ETN más grandes, que establecen precios de transferencia alejados de la oferta y la demanda.
La cuestión es, entonces, ¿cuáles son las prioridades estratégicas de los países en desarrollo en un mundo caracterizado por una tendencia al cambio en la hegemonía mundial?

Pensamos que puede ser una combinación de políticas que prioricen el capital humano, invirtiendo en educación y salud. También la inversión en ciencia y tecnología (donde somos últimos) en esta era de la información y del conocimiento. También es clave la diversificación productiva (que es lo que ha hecho el sudeste asiático) y no basarnos casi exclusivamente en exportar recursos naturales que sirven para la industrialización de otros, pero no de nosotros.

Quienes dicen que no hay intereses estratégicos esconden los que tienen: prioridad a los TLC y a la Alianza del Pacífico (excluyendo al resto de la Región). Ausencia de una empresa estatal en el sector hidrocarburos (como sí la tiene el resto de la Región) con lo que no hay seguridad energética, pues para las ETN la energía es “su” negocio. Disminución de los impuestos a las grandes empresas y eliminación de los llamados “sobrecostos laborales” (Ley Pulpín). Y así podemos seguir.

Por eso, cuando escuchen criticar “lo estratégico” a nuestros “neolibs”, hay que pensar que, ya sea que la ideología les lavó el cerebro o que tienen una agenda encubierta que no quieren mostrar. O una mezcla de ambas, en diferentes porcentajes.
 
(1) http://rt.comusa/199480-space-budget-nasa-report/
 (2) http://www.airbusgroup.com/int/en/investors-shareholders/Key-Figures-and...
 (3) World Investment Report 2013, p. 135 (www.unctad.org)