El Gobierno de Japón se encuentra en una encrucijada. Por un lado, tiene una deuda políticoeconómica para con sus ciudadanos, mientras que por el otro debe cuidar que sus desequilibrios
fiscales no se salgan de control.

Japón-Creciente pesimismo del consumidor

Japon pesimismo consumidor 2012 2014

 

En el primer caso, el objetivo es devolverle al país el brío que lució en su condición de “estrella económica” de décadas anteriores; y en el segundo, evitar que se descarrile su actual proyecto económico, por una eventual desconfianza sobre su capacidad para enfrentar problemas. Por lo pronto, los recientes resultados macroeconómicos del país (cayó en recesión en el tercer trimestre del 2014) han mostrado que la salida de esta encrucijada no será nada fácil.

El “Abenomics” como remedio para el estancamiento y la deflación Según explicamos en nuestra Edición N.° 87, hasta el 2012 la economía nipona acumuló 21 años de magros índices de crecimiento. Esto, luego de haber registrado, con anterioridad, un desempeño notablemente mejor y que le permitió levantarse de las nefastas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

A raíz de ello, el Gobierno del país, liderado por Shinzo Abe (quien asumió el cargo de primer ministro en diciembre de 2012), aplicó en el 2013 una serie de medidas bautizadas como “Abenomics”. Éstas consistieron en fuertes estímulos monetarios y fiscales, además de reformas estructurales pro competitividad.

Los estímulos monetarios tuvieron particular importancia en este paquete. La razón es que quería revertirse el escenario deflacionario que había acompañado al débil comportamiento de la cactividad productiva japonesa. De este modo, se fijó una meta de inflación de 2% anual, la cual se alcanzaría a través de una flexibilización cuantitativa radical que apunte a incrementar sensiblemente la base monetaria y a mantener las tasas de interés de corto y largo plazo en mínimos cercanos a cero (incentivando la inversión privada), generando además una depreciación del yen que impulse a su sector exportador.

Tales medidas dieron resultados positivos en un primer momento, pero con una duración muy corta. Así, luego de observarse un fuerte repunte del PBI en el primer trimestre del 2013, éste se fue desacelerando hasta incluso contraerse en el último trimestre del año (debido a un debilitamiento del consumo1 y exportaciones netas negativas, principalmente). Sin embargo, luego repuntaría de nuevo (gracias a un rebote en el consumo e inversión) y otra vez se hundiría en el segundo y tercer trimestre del 2014 (por una fuerte afectación del consumo).

La recesión generada en el 2014 tuvo una causa concreta, que fue el incremento en el Impuesto a las Ventas aplicado en abril de 2014 (de 5% a 8%). Esta medida buscaba equilibrar las cuentas fiscales para mantener la confianza exterior sobre el país. No obstante, el efecto recesivo generado a través de la contracción del consumo resultó brutal. Fue entonces que el Gobierno nipón optó por posponer una segunda alza en dicho impuesto, que hubiera llevado su nivel a 10% en el 2015.

Elecciones anticipadas y refuerzo del estímulo
Ante estos resultados, el ministro Abe optó por convocar a elecciones anticipadas para diciembre de 2014, en las que se impuso nuevamente su partido. En la práctica, este acto representó un referéndum sobre la política económica aplicada para relanzar la actividad productiva del país. De este modo, la convocatoria a elecciones se leyó como una aceptación implícita de las equivocaciones en el manejo macroeconómico de parte del Gobierno, y de la petición del voto de confianza necesario para reforzar democráticamente su poder político y enmendar los errores cometidos.

Conocido el resultado de las elecciones, el Ejecutivo adoptó en diciembre un plan económico de emergencia. El objetivo esta vez fue reactivar el consumo privado a través de una cuantiosa inversión pública. Esta inyección de dinero fresco fue destinada a ayudar a las regiones menos desarrolladas del país, apuntando a los hogares mediante la entrega de subsidios, vales de mercancías y subidas salariales en las empresas de menor tamaño, entre otros. El paquete de estímulo representó una inversión aproximada de 3.5 billones de yenes (US$ 29,050 millones), el cual se financiaría con dinero no gastado de presupuestos anteriores e ingresos provenientes de la recuperación económica de trimestres previos. De esta forma, se evitó la emisión de nueva deuda gubernamental que podría deteriorar más las finanzas públicas. No obstante, aún está por verse con qué otras medidas se complementará la nueva versión del Abenomics con el fin de sacar a Japón de su letargo de una vez por todas.

Análisis y conclusiones
Tal como mencionamos al inicio del presente artículo, la situación de la economía de Japón es complicada, y refleja el intenso debate que se ha dado en el último año entre quienes apoyan y rechazan las líneas de acción del Abenomics. Resulta que los desequilibrios fiscales del país (la deuda gubernamental ronda el 250% del PBI, siendo la más alta entre los países desarrollados) exigen una corrección que por ahora sólo es concebida a través de un incremento de impuestos, lo que pareciera ser fatal para la confianza de consumidores y el dinamismo del consumo.2

El riesgo de no corregir estos desequilibrios no es menor, pues eventualmente podría traducirse en un daño en la confianza internacional respecto de la capacidad del Gobierno para hacer frente al pago de sus deudas.

Al parecer, lo urgente en el corto plazo sería revertir el pesimismo reinante y volver a impregnarle dinamismo al consumo y la demanda interna. Sin embargo, otras opiniones apuntan a una solución alternativa. Esta consiste en enfrentar con decisión el problema demográfico, uno de los desequilibrios estructurales más importantes del país y que implica un progresivo envejecimiento de la población, un mayor gasto en pensiones (lo que incide en el desequilibrio fiscal) y una reducción de la población en edad laboral. Las autoridades han admitido la existencia de este problema, pero ningún gobierno se ha aventurado a plantear medidas como un aumento en la edad de jubilación o una adecuación de las pensiones a la realidad de las cuentas públicas, por ejemplo. Ya por octubre de 2013, el economista Ricardo Lago había señalado que el Abenomics debía aceptar la realidad demográfica del país. De otro modo, anotó, no podría diferenciarse de otros planes de estímulo aplicados por gobiernos anteriores, aún a pesar de su mayor contundencia.3

Por lo pronto, en el radar de los riesgos macroeconómicos más importantes a nivel mundial se sigue identificando a la posibilidad de un prolongado estancamiento en Japón. Dependerá de una mayor audacia en las políticas del Gobierno nipón el que pueda borrarse dicho riesgo del mapa y se devuelva al país el brillo que lució en décadas pasadas.
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1 El consumo se debilitó por un deterioro en la confianza (ver cuadro “Creciente pesimismo del consumidor”), luego de haber registrado un salto importante a raíz del inicio del Abenomics.
2 Recordemos además que en 1997 se incrementó el Impuesto a las Ventas de 3% a 5%, lo que agravó la recesión y la deflación del país en aquel entonces.
3 Artículo “Las finanzas de Japón son una bomba de tiempo”, publicado en Perú21 el 06/10/2013.

Fuente: Asbanc Semanal 135