por Herbert Mujica Rojas

Como si fuera normal la desverguenza de un país que no recuerda el sacrificio de sus mártires, como ocurriera en días pasados, 21 de mayo, Iquique; 26 de mayo, Tacna o Alto de la Alianza; 3 de junio, Tratado y Protocolo Complementario con Chile; nos asombramos de la “falta de memoria”, y no nos acordamos que los sucesivos gobiernos incurren en la tara anti-histórica. Que se sepa ni la Cancillería ni nadie ha pensado en recordar cuanto aconteció en 1929.

Según fuentes chilenas, genocida sureño Pedro Lagos ordenó fusilarlo si no entregaba la información.

Capitán chileno Belisario Campo, ayudante de Lagos, fue el encargado de obtener el plano.

Morro de Arica en junio de 1880, territorio peruano actualmente usurpado por Chile.

Momentos después de ser tomados prisioneros, Elmore y Ureta, fueron conducidos al campamento chileno de Lluta; y en cuanto el coronel Pedro Lagos se bajó del convoy que lo conducía de Tacna con su reserva, en esa mañana el jefe del campamento, comandante don Juan Rafael Vargas, le dio cuenta de lo ocurrido, y le presentó a Elmore en su calidad de Ingeniero en jefe de las fortificaciones ariqueñas.