Jonathan Spyer*

Una serie de movimientos recientes y declaraciones oficiales sauditas han generado especulaciones sobre un posible cambio en la postura del reino hacia Irán.

Riad

Los sauditas parecen estar apartándose —por lo menos a nivel declarativo— desde una posición según la cual las ambiciones iraníes son una amenaza que debe resistirse con miras a un intento de acomodamiento con Teherán.

La especulación con respecto a un cambio en la posición saudita se basa, en gran medida, en tres eventos públicos recientes.

El primero, se trata de una reunión, el mes pasado, entre el flamante embajador saudita en Teherán, Abdul Rahman al-Shehri, y el expresidente iraní Ali Akbar Hashemi Rafsanjani . Shehri besó demostrativamente a Rafsanjani en la frente durante la reunión. Además de exhibir la profundidad del patriotismo del embajador, este acto se llevó a cabo, según algunos comentaristas, para pregonar la renovada determinación saudita de colocar las relaciones con Irán sobre una nueva base.

El segundo fue el anuncio, de Arabia Saudita, de una invitación hecha al ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, para que visite el reino.

El tercer elemento que muchos analistas han señalado para aseverar que hay un cambio en la dirección de la política saudita es la reciente sustitución del príncipe Bandar bin Sultan, de su puesto como jefe de los servicios de inteligencia.

Bandar había sido asociado con una política saudita proactiva en Siria, Líbano, Bahréin y otros puntos de la tirantez saudita-iraní. Su reemplazo por Muhammad bin Nayef fue visto como el anuncio de una política regional menos activista.

Este movimiento ha sido acompañado por la sustitución del viceministro de Defensa, Salman bin Sultan. Bin Sultan es el medio hermano de Bandar, y al igual que el primero estaba asociado con una política activista de resistencia frente al avance regional de Irán.

Estos gestos sauditas deben ser colocados en el contexto de una clara presión estadounidense sobre sus amigos protegidos del Golfo para meterlos “a bordo” en línea con la diplomacia regional de Washington, junto al núcleo de lo que parece ser un deseo de “convertir” a Irán de enemigo en amigo.

De acuerdo con un informe del portal de internet Intelligence Online, tanto el presidente de EE. UU., Barack Obama, como el secretario de Defensa, Chuck Hagel, destacaron este asunto en su reciente visita al Golfo. Según se informa, Obama planteó el asunto en su reunión con el rey Abdullah bin Abdulaziz.

Estrategia para normalizar las relaciones con Teherán

Hagel, por su parte, instó a una mayor “apertura” saudita con respecto a Irán en las reuniones con el príncipe heredero Salman, el príncipe Muqrin (segundo en la línea real), y el ministro de Relaciones Exteriores Saud al Faisal.

Mientras las negociaciones nucleares con Teherán siguen trabadas, y los amigos protegidos de Irán se mantienen o están emergiendo victoriosos en el Líbano, Siria e Irak; EE. UU. sigue aparentemente convencido de su estrategia para normalizar las relaciones con Teherán mediante la obtención de un acuerdo.

Arabia Saudita, junto con Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos, se ha mantenido hasta ahora convencida de igual manera que las ambiciones iraníes no pueden realizarse sin perjuicio de los intereses vitales sauditas y occidentales. Por esta razón ellos han considerado que el esfuerzo actual de EE. UU. para reconciliarse con Teherán es una idea ridícula.

Según Inteligencia Online, el jefe de Estado de Bahréin, general Khalifa bin Ahmad al-Khalifa, enunció sin rodeos las preocupaciones de los países del Consejo de Cooperación del Golfo con respecto a la amenaza iraní y a la actual respuesta de EE. UU. a la misma.

Los países del Golfo, dijo, están “profundamente preocupados por las ambiciones de Irán para desestabilizar la región, mediante su patrocinio al terrorismo, desde las costas del Mediterráneo a las provincias del sur de Yemen... Los servicios de inteligencia [de EE. UU.] tienen pruebas de esta empresa terrorista.

¿Qué estás haciendo para detener su propagación?” Khalifa llegó a acusar a EE. UU. de haber “dado marcha atrás” con respecto a Siria y dejar que los “ataques químicos” del presidente Bashar Assad “queden impunes”.

Las preocupaciones de los países del Golfo no son difíciles de entender. El objetivo de terminar con la presencia de las fuerzas extranjeras (es decir, Estados Unidos) en el Golfo es un objetivo estratégico central de Irán. Teherán se refiere a su propia dominación del Golfo Pérsico como un estado “natural” de las cosas que refleja la mayor fuerza demográfica y social de Irán comparada con las monarquías árabes frágiles y ricas en energía, del otro lado del Golfo.

Irán también ha demostrado habilidad y determinación para alcanzar sus metas más lejanas, en la última turbulenta década, en la región.

¿Cómo, entonces, explicar aparente giro de 180 grados y el intento de los sauditas de alinearse detrás de la política de EE. UU.? Los sauditas son conscientes de que EE. UU. sigue siendo el principal garante de la seguridad física del Golfo, sean cuales fueren los problemas de su estrategia actual. Los otros países del Golfo también son conscientes de esto.

No hay indicios de que la actual administración tenga la intención de reducir la presencia militar de EE. UU., de 35 mil soldados en el Golfo, incluyendo a la Quinta Flota y a varios sistemas de misiles avanzados.

Diferencias sobre las políticas con respecto a Irán

De hecho, Hagel se esforzó, durante su visita al Golfo, en destacar el compromiso continuo de EE. UU. con mantener esa presencia y con la seguridad del Golfo; a pesar de las diferencias sobre las políticas con respecto a Irán.

También, el argumento de los analistas más agudos del Golfo ha sido, durante mucho tiempo, que sería un error imaginar que Arabia Saudita constituye un baluarte inquebrantable frente a las ambiciones iraníes si se vuelve evidente que EE. UU. y Occidente prefieren dar cabida a los iraníes.

El reino saudita es una entidad demasiado frágil como para desempeñar ese papel. Por el contrario, si la debilidad de Occidente frente al avance iraní llega a ser obvia, es probable que Irán se acomode a la nueva situación.

La cambiante estrategia de Arabia Saudita en Siria —que en los últimos tres años ha pasado de apoyar a los grupos islamistas y jihadistas a ofrecer un apoyo limitado a los rebeldes— se ajusta en gran medida dentro de las definiciones y los dictados de la política de EE. UU. y puede ofrecer una ventana para entrever la dirección general actual de la política saudita hacia Teherán.

Esto corre junto con las líneas claras de desacuerdo básico con respecto a la estrategia regional que promueve el gobierno de Obama. Se trata de la conciencia pragmática sobre la necesidad de aparecer acomodándose a la dirección declarada por Washington, y de realizar esfuerzos enérgicos para preparar a Riad lo mejor posible para hacer frente a los desafíos de un Oriente Medio en el que el continuo avance iraní parece ser un hecho.

¿Son aquellas —en base a la evidencia disponible— las que probablemente produzcan un cambio en la política de Arabia Saudita con respecto a Irán? La respuesta es sí. El aumento del diálogo directo o mediado entre los dos es, al menos, probable.

También podría ser que el cambio produzca resultados políticos concretos en “casos” regionales específicos de la disputa —tales como Yemen, Líbano o incluso Siria—, en tanto que los sauditas tratan de evitar la confrontación con el poder iraní en avance.

La lección de todo esto es simplemente que no hay un sustituto regional al liderazgo de EE. UU. en el esfuerzo para detener el avance de Irán, tanto en la vía nuclear como con respecto a las ambiciones regionales más amplias de Teherán, de las cuales el impulso nuclear constituye un componente crucial. El problema es que la actual administración de EE. UU. está embarcada en un curso que está produciendo victorias iraníes.

Arabia Saudita, debido a la percepción de sus necesidades, parece por ahora estar adaptando su propio trayecto para seguir ese rumbo.

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* Jonathan Spyer es investigador principal del Center of Global Research in International Affairs Center (GLORIA) en el Centro Interdisciplinario de Herzliya y miembro del Middle East Forum.

Aurora, Tel Aviv, 29-05-2014

http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Oriente_Medio/58291/

 

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