¡Cosas de la vida!
Por Herbert Mujica Rojas
Hasta el martes por la noche era el editor de una revista y, como soy el primero en reconocer con modestia, que eso poco importa al común de la gente, sólo me atrevo a invocar algo de reflexión sobre la anécdota que ya empecé a narrar. El miércoles debía pasar a recoger una modesta armada dineraria, algo así como la tercera parte de cualquier trabajo similar pero era la génesis y luego se vería en la cancha, la publicidad, los contactos, la calidad y demás esperanzas. Descubrí cerca del mediodía que era “temido”, “reconocido”, “agresivo”, “negativo” y no sé qué más boberías sólo para no dar la modesta suma de S/ 500. Y siempre hemos dicho que si Ripley, el de “aunque usted no lo crea”, viviera en Perú, se moriría de hambre. Aquí hay cristianos capaces de llorar cada domingo en el templo, para, de lunes a sábado, volver a su cotidiano y rico desprecio por el trabajo profesional de todo el resto.