Herbert Mujica Rojas 

 “¿Humanidad para asaltantes, sicarios y habituales que hacen del delito la razón de su existencia?” se pregunta con voz enérgica y refiriéndose al Código Penal vigente que derogó el de 1924, el exparlamentario, presidente en Diputados y varias veces reelecto legiferante Héctor Vargas Haya.

 

Hector Vargas Haya 3

“Desde el 8 de abril de 1991, rige en el país, el nuevo Código Penal, promulgado por el autócrata Alberto Fujimori, que calculadamente derogó al código de 1924, ante el jolgorio de la delincuencia común y, por supuesto, de ciertos bufetes dedicados a la defensa en materia penal.

El reemplazado Código de 1924, contenía normas punitivas contra la delincuencia, actualmente eliminadas en beneficio de los malhechores comunes, a los que confiere sospechosos beneficios, que no los contemplaba el referido código anterior, el que, no obstante su antigüedad, era superior cuanto a la necesidad de reprimir a la delincuencia, en estos días brutalmente incrementada”, subraya don Héctor.

En circunstancias en las que se requería de mayor rigor punitivo, se han instituido privilegios a favor de los delincuentes, uno de ellos, cuanto a la libertad condicional o pena suspendida a favor de condenados, hasta con cuatro años de prisión, beneficio que no se daba en el referido Código de 1924, que sólo lo permitía para delincuentes primarios, cuya condena no superaba un año de prisión, hoy ampliado, sospechosamente, a cuatro años.

Cuando la sociedad esperaba un mayor castigo, en circunstancias en que el crimen ha adoptado niveles dramáticamente letales, esto es un despropósito. Desde luego, no sólo se benefician los avezados delincuentes, por supuesto, igualmente sus defensores, que cuentan con una gama inmensa de recursos para liberar a sus defendidos”, agrega Vargas Haya.

Pero eso no es todo” incide don Héctor “los redactores de la exposición de motivos del citado Código, llegaron a sostener la necesidad de eliminar los agravantes de la REINCIDENCIA y HABITUALIDAD de los delincuentes.

Y para consagrar el estropicio, terminaron sosteniendo textualmente:

“La Comisión Revisora decidió proscribir del Código Penal los institutos penales de la reincidencia y la habitualidad. Hoy no resulta válido, en verdad, conservar estas normas aberrantes…La Comisión Revisora estima que carece de toda lógica humanidad y sentido jurídico, el incremento sustantivo de la pena correspondiente a un nuevo delito.”

Preguntado por las supuestas razones de sustento, don Héctor indicó: “Nadie ha dicho una sola palabra sobre el desafiante anuncio, escarnio de la sociedad nacional, de quien, mientras estuvo vivo, con el mayor desparpajo, ante la sorpresa del mundo, retó con su arrogante y desafiante reincorporación a la libre práctica política, no obstante su condición de presidiario, y con causas criminales pendientes de juzgamiento por corrupción, del que durante su campaña en 1990, había declarado tener por todo patrimonio un “viejo y gastado” tractorcito, fue el capitoste de una opulenta familia, petulante y desafiante”.

Agrega con indignación don Héctor: “Desde luego, nada de eso interesa en la tierra de Pepe el vivo, del lenguaje “cuánto hay”, de los que califican de leproso al hombre honrado, o de “rara avis”, en la voz de los que se impresionan con la práctica de la probidad.

“¿Se ha impuesto acaso una suerte de convivencia con el delito, convertido en una suerte de pasaporte, al admitir y consagrar el retorno de quien no tuvo empacho en pactar con el no menos corrupto y suicida, al que le había prometido solapar y enterrar latrocinios a cambio del apoyo electoral que recibía y que en efecto, contó con no pocos militantes del partido del que, su socio se aprovechó con indignidad? La sociedad peruana, no se merece tanto escarnio”, exclama Vargas Haya.

En cuanto a borrón y cuenta nueva, don Héctor apunta categórico: “La trayectoria delictiva del ex presidiario hoy fallecido, es muy amplia. Parecería que se trató de archivar otros hechos nefandos, cuyo juzgamiento nunca interesó. Verbi gracia el proceso por corrupción, derivada del doloso uso de más de tres mil millones de dólares, parte del remate de 238 empresas públicas, con los que su carnal y socio de aventuras sobornaba a políticos, empresarios de televisión y prominentes jefes militares que se alinearon, con devoción, a la corrupta empresa que se caracterizó por hacer escarnio de la sociedad?

“El testimonio de esos robos y asaltos —subraya Vargas Haya— figura en seis tomos (3,650 páginas), del archivo denominado “En la Sala de la Corrupción”, que parece no interesar y dar paso a una suerte de convivencia con el delito y de “borrón y cuenta nueva”.

26.10.2024

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Archivo adjunto

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