Herbert Mujica Rojas
Un par de buenos amigos ha llegado, desde su penosísima morada en Gringolandia y sus estándares desarrollados, a la conclusión que la lucha armada “es el camino” más apropiado para el Perú. Y les he retrucado que eso puede ser válido y entre comillas subrayadas sólo a condición que dejen el océano de comodidades en que viven, vengan al país, empuñen las Fals o AKMs, declaren la guerra y se pongan al frente de sus soldados (si encuentran disparatados como ellos que les sigan). El trágico saldo de los violentos sucesos en Bagua hace muy pocos días tiene un inequívoco e incontestable mensaje: la violencia sólo produce más violencia; no crea, destruye; imbeciliza y salvajiza y hace aflorar los primitivismos más estólidos que el humano pueda exhibir contra sus semejantes. ¿Quién de los generales o mariscales de escritorio que tiran la piedra y esconden la mano, se atreve a desmentir la verdad pétrea de hechos de los que se solazan los que pretenden un Perú inviable y presa apetecible de alguno de sus vecinos?