Luis Miguel Castilla 10Humberto Campodónico

Dice un informe de Moody’s que hay 10 empresas peruanas con alto riesgo de financiamiento para pagar la deuda en dólares que han concertado en el extranjero. Una es la pesquera Exalmar, cuyo flujo de caja previsto para el 2014 es negativo en US$ 11 millones, mientras que el servicio de su deuda externa es de US$ 58 millones este mismo año.

 

Es probable que ese gran apuro financiero explique el “correo” enviado por Cecilia Blume (que forma parte del directorio de Exalmar) al ministro Miguel Castilla pidiendo que se prorrogue la temporada de pesca. Algo que finalmente obtuvo.

Además de Exalmar, dice Moody’s que el riesgo de fondeo también es alto para Alicorp (flujo en el 2014 de US$ 37 millones y servicio de deuda por US$ 113 millones) y Ferreycorp (flujo negativo de US$ 4 millones y servicio de US 222 millones). Otras empresas con riesgo de fondeo son Buenaventura, Camposol, Copeinca y Maestro (ver Gestión, 12/05/2014).

Estas forman parte de un pelotón mucho más grande, que no solo incluye al Perú sino a todos los “mercados emergentes”. En efecto, las empresas “nacionales” (lo que incluye a las extranjeras domiciliadas en el país emergente) se han endeudado en el extranjero, aprovechando que las tasas de interés son más bajas que en su mercado doméstico. Todo esto debido a la política del banco central (Fed) de EEUU para reactivar su economía, lo que incluye la flexibilización cuantitativa que reduce la tasa de interés.

Según el BCRP, la deuda externa de las empresas peruanas ha pasado del 2008 al 2014 (II Trimestre) del 7,2 al  15,5% del PBI, superando a la deuda pública externa. O sea que se ha duplicado en solo 6 años. En valores nominales, la deuda privada asciende a US$ 31.300 millones, mientras que la deuda pública es de US$ 24.000 millones (ver Nota Semanal # 31, 22/08/2014).

Las cifras del BCRP son publicadas con mayor detalle en las estadísticas que elabora el Banco Mundial. Allí se dice que el 80% de la deuda privada es de largo plazo y que las 2/3 partes son préstamos, mientras que el tercio restante son bonos.

Las estadísticas del BM también nos informan sobre el servicio anual de la deuda privada peruana: en el 2013 se pagaron US$ 1.465 millones, lo que representa una baja con respecto al 2012, cuando se pagaron US$ 2.400 millones.

Es necesario anotar que las cifras del BCRP y de BM cubren toda la deuda de privadas, mientras Moody’s solo tiene una muestra.

En la jerga económica de los “deudólogos”, a esta deuda se le llama “privada no garantizada” (PNG), pues no tiene el aval del Estado. Dicho de otra manera, no es deuda soberana. Es por eso que, ojo, la reciente mejora en la calificación que Moody’s le dado al Perú es por su capacidad de pago de la deuda soberana. Nada más.

Esto no significa mucho problema cuando las condiciones generales de la economía mundial son favorables, lo que de hecho arrastra a las economías de los países emergentes. Pero cuando vienen los problemas, aquí se sienten con mucha más fuerza.

Así, por ejemplo, el deterioro de la balanza comercial nos dice que en el I Semestre del 2014 ya tenemos un déficit acumulado de US$ 2.200 millones, siendo mucho mayor el déficit de la balanza de cuenta corriente. Si los dólares comienzan a faltar, su precio se va a encarecer, lo que va a perjudicar a las empresas endeudadas en esa moneda.

A esto se agrega la desaceleración creciente del aparato económico, lo que se traduce en menores ventas en el mercado interno. Si las empresas endeudadas afuera en dólares, tienen la mayor parte de sus ventas en el mercado interno en soles, van a tener un “descalce” significativo. Este descalce va a ser menor para las exportadoras, pues sus ingresos son en dólares.

La cereza de la torta viene por el lado del aumento de las tasas de interés en EEUU, algo que el Fed afirma que aún no va a hacer, pero que el mercado ya viene descontando en sus instrumentos. Dice Moody’s, además, que los cambios en la política monetaria de EEUU ya han significado un incremento de 200 puntos básicos (2%) en el 2013 (Global Credit Research, 07/05/2014).

Ahora, claro, las empresas pueden actuar reestructurando sus deudas en el extranjero, postergando las fechas de vencimiento. También pueden “traer la deuda al mercado interno”, cambiándola a soles para evitar el “descalce”. Todo eso puede ser. Se verá quiénes pueden y quiénes no.

La cuestión aquí es el rol que le compete a las autoridades nacionales sobre la deuda privada en el extranjero. ¿No se hace nada y se espera que “el mercado” arregle el problema?

Eso fue lo que se pensó en EEUU en los años previos al 2008, cuando las empresas financieras engañaron a los inversionistas con los “bonos hipotecarios basura”, obteniendo incluso calificaciones AAA, por parte de Standard and Poor’s, Fitch y la propia Moody’s. Resultado: una crisis financiera que, hoy, aún no termina.

Sería bueno que las autoridades nacionales no solo informen sobre la deuda externa privada sino que también elaboren escenarios alternativos sobre su evolución y sus probables consecuencias e impactos económicos.

Lo que no debe incluir, claro está, otorgarle el aval del Estado a estas deudas (en caso de incapacidad de pago) como sí se hizo en la crisis de la deuda externa de los años 80, con lo cual todos acabamos pagando la deuda de unos cuantos. ¿No les parece?

La República, 25.08.2014