terroristas EILL 2Francisco Durand

El concepto es nuevo y probablemente Ud. nunca lo leyó. Sin embargo, la complicidad corporativa se discutió a fondo en la Universidad de Oxford en un reciente seminario que empezó analizando el modelo argentino de justicia. La complicidad corporativa se refiere a la violación de derechos por parte de las corporaciones que abundan con gobiernos dictatoriales o en conflictos civiles.

La embajada argentina en Londres, donde empezó el evento, jugó un rol prominente. Expertos legales, jueces, activistas, legisladores británicos y analistas de varias ramas de las ciencias sociales discutieron los casos de Sudáfrica, Irak, España, Argentina, Perú, Colombia y Centro América. En todos ellos, de modo directo e indirecto, ocurrieron pérdidas materiales y humanas, así como afectación de derechos laborales y sociales que involucraban a grandes corporaciones.

La información de estos casos de complicidad corporativa, más numerosa de lo que aparece a primera vista (en parte porque la prensa no los discute y los académicos no la investigan a fondo, concentrándose más en el rol de los gobiernos), se encuentra ahora compilada en una Base de Datos de la Universidad de Denver. En América Latina, el país que registra más casos es Argentina (más de 400, durante la dictadura), pero el Perú no anda tan lejos con 114.  Entre ellos destaca la mina Majaz (hoy Rio Blanco), donde 33 manifestantes fueron capturados y maltratados por la Policía el 2005. Monterrico Metals, entonces dueña de la concesión, perdió el juicio en el Reino Unido y tuvieron que compensar a los campesinos.

Un elemento común a muchos casos es el rol de compañías de seguridad. Algunas han sido encontradas culpables (Blacwater, Iraq). Otro problema, como lo revela el caso Majaz, es la falta de neutralidad policial. En el Perú 10 minas tienen contratos con la Policía Nacional firmados el 2013 y muchas usan empresas como Forza u otras más oscuras todavía tipo Business Track.

Lo interesante del evento es que se está generando una discusión más amplia del poder corporativo y la necesidad de generar un sistema de rendición de cuentas global.  Esperemos avanzar en esa dirección. Se necesitan valientes.
 
La República, 10.11.2014