Shi Zhengli, subdirectora del infame laboratorio de Wuhan, China, donde se habría originado el coronavirus COVID-19, aseguró que dicho virus es solo “la punta del iceberg” y que pronto la humanidad podría enfrentar infecciones similares si no hay esfuerzos de prevención.
Escandalosa e irresponsable precariedad con la que se manipulaban virus mortales en el laboratorio de Wuhan, que siguiendo la política china de ocultamiento, borró las fotos tras ser expuesto.
Dicho laboratorio ha sido acusado por lo menos de negligencia y mentira reiterada en la manipulación negligente del virus. Recientemente se denunció que trabajaban en condiciones de pasmosa precariedad en el trabajo con virus mortales y que si bien no está demostrada una intencionalidad, al menos por ese descuido habría escapado de allí el virus a todo el mundo.
Aunque hay unos estudiosos que señalan que el virus es de la naturaleza, otros, como el profesor Petr Chumakov, investigador jefe del Instituto de Biología Molecular Engelhardt en Moscú, aseguró que los científicos del Laboratorio de Wuhan hicieron “cosas absolutamente locas” en su laboratorio y han estado involucrados activamente en el desarrollo de diversas variantes de coronavirus durante más de diez años.
¿Para qué habrían manipulado el virus? La respuesta no sería otra que para una guerra biológica, para tener un arma asesina capaz de barrer millones de vidas rápidamente.
“Si queremos evitar que los seres humanos sufran el próximo brote de enfermedades infecciosas, debemos adelantarnos para conocer estos virus desconocidos transportados por animales salvajes en la naturaleza y dar advertencias tempranas”, dijo Shi Zhengli, especializada en transmisiones virales de murciélagos, a CGTN en una entrevista que se transmitió el lunes.
“Si no estudiamos [los virus], posiblemente habrá otro brote”, advirtió Shi, quien fue llamada “mujer murciélago” por la prensa debido a su investigación sobre los mamíferos, declaración que más parece ser un anuncio para acostumbrar a la opinión pública tomar como “normal” la aparición de pandemias, pese a que nunca antes la humanidad experimentó una tan veloz ni mortífera incluso con los avances que ofrecen la farmacología y medicina modernas.
El coronavirus va rumbo a los seis millones de infectados confirmados en todo el mundo, pero podrían ser en total unos 60 millones contando la gente que no ha pasado por la prueba. Los fallecidos son al menos 353 mil. Todo esto en menos de medio año.
China también ha sido acusada mentir constantemente en las características de la pandemia: negaron rotundamente tener una epidemia que mataba a miles e insistían en calificarla de “brote” con la complicidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pese a las brutales evidencias en enero, tardó hasta el 11 de marzo en declarar pandemia de coronavirus.
Este retardo de la OMS en declarar pandemia, por haberse sometido a China, causó que los países no tomaran previsiones de máxima alerta, como el cierre de fronteras y los chinos continuaron yendo a todo el mundo a esparcir su virus, a la vez que China ganaba tiempo para abastecerse de material que significaba la vida o la muerte, como son la indumetaria de protección, fármacos y equipos, que luego escasearon para los demás países.
China también mintió diciendo que el virus no se transmite de persona a persona, hasta que después se vio obligada a admitirlo. Además, no dijo la verdad sobre lo que esta enfermedad causaba en el cuerpo humano, comparándola a una simple neumonía, cuando era un cuadro mucho más complejo, con trombosis, inflamaciones y daño múltiple a diversos órganos.
Como si todo eso fuese poco, China se dedicó a perseguir o desaparecer a los médicos que alertaban sobre la epidemia y declaró un número risible de contagiados y muertos, pues siendo un país de cerca de 1,500 millones de habitantes declaró sólo algo más de 82 mil contagiados y 4 mil muertes, cifra que aumentó después en algo, pero que ahora más de quince países con mucho menos población la han superado o están cerca de superarla.
En lo económico, China aprovechó de la pandemia para hacer negocio redondo comprando a precio de remate acciones de empresas extranjeras que habían caído ante las noticias de la enfermedad. ¿Quieren repetir la faena para ganar dominio en el mundo? Al fin y al cabo, teniendo la población más grande del mundo, sería la que menos pierde.
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