Albino Paucar Gallegos
Si algo ha resistido los vientos de cambio del nuevo siglo, esa es la televisión. Como en los años noventa, parece estar destinada a mostrar todo lo más sórdido, despreciable y banal de nuestra sociedad. Por ello, el Colegio de Periodistas ha impulsado la marcha contra la TV basura, iniciativa a la que se han sumado colectivos de ciudadanos que quieren ver cambios en una televisión financiada, entre otros, por el propio Estado.
Según el artículo 40 de la Ley de Radio y Televisión, la programación que se transmita en el horario familiar (de 6 de la mañana a 10 de la noche) debe evitar los contenidos violentos y obscenos que afecten los valores inherentes a las familias, los niños y adolescentes. Precisamente, todo lo contrario a lo que habitualmente vemos en las pantallas de los canales de televisión con mayor sintonía.
Nuestro país ha llegado tarde a la explosión de los realities en la televisión mundial, por eso los canales quieren sacarle el jugo a su inversión antes de que la fórmula pierda interés. En su desesperada búsqueda por el rating, han convertido la televisión en la vitrina por la cual los espectadores pueden acceder a la vida privada de los famosos o más bien la que se inventan para estar ahí.
Lo peor es que ningún espacio en la televisión queda libre de esta fiebre. Los noticieros han sido invadidos por este tipo de contenidos. No hay uno solo que no tenga un bloque de espectáculos, donde se reproduce y abunda sobre la pelea o el romance del momento, robándole valiosos minutos a los temas que verdaderamente importan. En la lógica de los broadcaster, ni los conflictos sociales como el de Pichanaki valen tanto como para detener el show.
Buscando que la ley deje de ser letra muerta y que los medios de comunicación se enteren de que hay voces inconformes con lo que hacen, el Colegio de Periodistas, apoyado por el Colegio de Psicólogos, el Foro Nacional de Juventudes de los Partidos Políticos y el Colectivo por una TV con valores, han organizado una marcha pacífica para este 27 de febrero. Ya son 60,000 los adherentes en las redes sociales.
Lo que en el fondo está en disputa es la fallida autorregulación de los medios de comunicación. Como hace poco declaró el Relator Especial para La Libertad de Expresión de la CIDH, Edison Lanza, no quiere decir que los medios privados por su derecho a tener fines de lucro no estén sujetos a ninguna regla.
El Consejo Consultivo de Radio y Televisión (Concortv), organismo adscrito al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, mantiene una actitud vigilante ante los atropellos al horario familiar, pero solo emite opiniones no vinculantes y por ende inocuas para los canales de televisión.
Por el lado de la empresa, la Sociedad Nacional de Radio y Televisión (SNRT) cuenta con un Tribunal de Ética que en los últimos años ha mostrado mayor agilidad para sancionar a los medios, aunque la mayor parte de estas sea solo de tipo pecuniario. Debido a los ingentes ingresos por publicidad, pareciera que los canales prefieren pagar las multas a suspender los programas con mayor rating.
Es aquí dónde debe cuestionarse el rol del Estado. Según el artículo 52 de la citada Ley de Radio y Televisión, el gobierno en todas sus instancias debe preferentemente contratar avisos publicitarios en programas cuyos contenidos contribuyan a la elevación del nivel educativo, cultural y moral de la población, así como la identidad nacional. ¿Se está cumpliendo acaso?
Según informó el diario Correo, el Ejecutivo invirtió 6.5 millones de soles en publicidad estatal solo entre los meses de setiembre a noviembre del año pasado. A principios de ese mismo año, el Ministerio de Defensa financió un comercial para invitar a los jóvenes al Servicio Militar Voluntario.
El comercial, de un minuto y medio, tuvo como protagonistas a dos concursantes del cuestionado programa Esto es Guerra. Entonces nos preguntamos, ¿en qué contribuye dicho programa al nivel de educativo, cultural o moral de la población o es que acaso es el nuevo símbolo de la identidad nacional?
En México, el movimiento Yosoy132 movilizó a miles de jóvenes inconformes con la parcialización de los medios de comunicación a favor del entonces candidato Enrique Peña Nieto. Hartos de la manipulación noticiosa de las grandes cadenas, los mexicanos exigieron la democratización de los medios. ¿La marcha en contra de la televisión basura será el inicio de una movilización ciudadana ya no solo contra los realities sino contra el poder mediático en nuestro país? Esperamos a verlo.
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