Amy Goodman y Denis Moynihan
Los sucesivos administradores de emergencia designados por el gobernador de Michigan, Rick Snyder, ya se han ido de Flint, pero el desastre que provocó su gestión en la ciudad todavía contamina muchos hogares. De manera visible, la crisis en Flint tiene que ver con el agua. En abril de 2014, la ciudad cambió la fuente de suministro de agua potable del sistema de Detroit, que se había usado durante más de 50 años, al río Flint, presuntamente para ahorrar dinero. El agua contaminada del río Flint causó enfermedades y muy probablemente también la muerte de algunos residentes. El agua corrosiva del río, que circulaba en el sistema de agua de la ciudad sin recibir ningún tipo de tratamiento, desprendió y arrastró hasta los hogares los metales pesados que tenían las viejas cañerías. El veneno más tóxico que se desprendió fue plomo, que puede causar daño cerebral permanente. El daño a la gente de Flint, el daño a los niños que bebieron y se bañaron en el agua envenenada, es incalculable. El agua todavía se considera tóxica al día de hoy.