El expresidente regional de Puno, Mauricio Rodríguez, afirma que en Suches lado boliviano, la minería ilegal e informal está protegida por el gobierno de Evo Morales
Un río cristalino, hermoso, bajaba del nevado de Apolobamba sobre un cauce de rocas y formaba grandes remansos cubiertos por las sombras de arbustos verdes. El río se llamaba Suches, era él límite entre Perú y Bolivia, inmenso y hondo; y en el campo abierto, sobre la falda de los cerros, en la roca brava de las orillas, había cavado su cauce golpeando la tierra durante muchos siglos y formó extensos bofedales como Occopampa y Piñoni, cuyos terrenos eran pantanosos. El agua corría por el fondo, entre bosques de Stipa ichu y de hierba verde. En los remansos vivían peces de escamas resplandecientes. De tarde en tarde llegaban a los remansos parejas de patos grises y nadaban hasta el oscurecer. Cientos de alpacas con manchas negras, pacían tranquilas sobre un pasto escandalosamente verde y terminaban de comer a la primera amenaza, levantaban la cabeza sostenida por su largo cuello para observar al zorro que acechaba a las crías.
Comunidades puneñas sufren por contaminación minera nacida en Bolivia