En lugar de denunciar y también disolver su secta, el Sodalicio se aferra a los pingües ingresos que parasita a sus seguidores o a los padres de éstos y para ello intenta limpiar su imagen denunciando a sus homosexuales violadores de menores.
En un video difundido por esta secta, el superior general Alessandro Moroni dijo que el resultado de la investigación a cargo de especialistas internacionales identifica a cuatro homosexuales violadores o abusadores de menores, miembros y exmiembros: a Luis Fernando Figari, el fallecido Germán Doig, Virgilio Levaggi y Jeffrey Daniels.
No se menciona a otros sujetos denunciados por las víctimas, quienes han señalado que dichos agresores tienen dominio de la secta:
Jaime Baertl
Oscar Tokomura
Daniel Murguía Ward (cura)
Luis Ferrogiario
Daniel Cardó (cura)
Alfredo Draxl
Enrique Elías Dupuy
Alessandro Moroni
Según Moroni, la investigación duró un año, con 200 testimonios. Se identifica a 19 menores y 10 mayores de edad que habrían sido objeto de abuso sexual, físico o psicológico de 1975 a 2002.
Más detalles estarían siendo publicados por el propio Sodalicio vía internet este martes 14 de febrero.
Alessandro Moroni indicó que presentará esta información del Sodalicio ante la fiscalía esta semana y hoy ampliará información vía internet.
La investigación realizada por Ian Elliot, Kathleen McChesney y Mónica Applewhite apunta a que ellos efectivamente atacaron sexualmente a al menos 19 menores. "La consistencia de los testimonios recibidos y el rigor metodológico de los investigadores nos permiten reconocer ante las víctimas la verosimilitud de su testimonio", indicó Moroni.
A mediados de enero, la 26 Fiscalía Provincial Penal de Lima, a cargo de María del Pilar Peralta Ramírez, archivó la investigación contra Figari por los delitos de violación sexual, secuestro, lesiones graves y asociación ilícita para delinquir.
Hace pocos días el Vaticano difundió un pronunciamiento señalando que Luis Figari había cometido "actos contrarios al VI mandamiento (No cometer actos impuros)" pero recalcando que las víctimas eran mayores de 16 años. "No se han encontrado elementos en virtud de los cuales se pueda afirmar, con suficiente claridad y certeza moral, que dichos actos ocurrieran con violencia", dice el escrito, que parece haber sido redactado por pederastas.
A ellos se suma el depravado Germán Doig Klinge, muerto ya, fundador de la secta, cuya culpabilidad ya había sido reconocida por el Vaticano. ¿Qué pasa con la Fiscalía y el Vaticano que no cierran al menos los colegios del Sodalicio para evitar que estén en contacto con menores
Evitar mayores perjuicios
Si va a continuar existiendo, el Sodalicio de Vida Cristiana debe limitar sus actividades, para que difunda sus ideas solo entre adultos.
Por ley se debe prohibirles que tengan el control de escuelas o centros educativos de primaria o secundaria.
[Nota de Con nuestro Perú] |
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En el blog Desde el Tercer Piso se puede leer mayor detalle recopilado sobre las depravaciones de los degenerados del Sodalicio:
ESTOS SON LOS MIEMBROS DEL SODALICIO QUE DEBERIAN SER INVESTIGADOS
Escrito por: Jose Alejandro Godoy
Este fin de semana, la Comisión Ética para la Justicia y Reconciliación, grupo de trabajo nombrado por el Sodalicio de Vida Cristiana, emitió su informe final. Y, hay que decirlo, despejó las iniciales dudas que muchos teníamos sobre su labor.
El informe es contundente en sus conclusiones. Se indica que dentro de la institución se cometieron abusos contra los derechos fundamentales de las personas, los mismos que fueron encubiertos por la organización. El principal responsable es Luis Fernando Figari - repudiado públlicamente por la Comisión -, quien creó una organización a su medida, sin cuestionamiento alguno. Resulta indubitable que existieron abusos sexuales, físicos y psicológicos, poca transparencia en el manejo de las finanzas de la organización y discriminación racial y social contra varios de sus miembros. Otro de los daños relatados es el impedimento de formación profesional de varios de sus miembros, a la par que se empleaba su mano de obra en forma gratuita.
Los miembros de la Comisión recomiendan reparaciones de diverso tipo a las víctimas, así como un pedido de perdón individual y el apartamiento de la actual dirigencia de la conducción del Sodalicio. Finalmente, se envía el informe al Vaticano para que intervenga la organización. Un documento tan contundente que ha terminado descolocando al propio superior actual del SVC, Alessandro Moroni, quien ha viajado a Roma para pedir la intervención de la institución, no sin antes decir que no estaba de acuerdo con todo lo afirmado en el informe.
Pero las investigaciones judiciales deberían ir más allá. Y cabe proponerle una vía posible de indagación al Ministerio Público. Lo que originalmente se inició como una investigación contra Figari debiera extenderse a otras personas, para arribar a la siguiente conclusión: los superiores sodálites cometieron abusos sistemáticos contra sus miembros y su forma de organización permitió la comisión de los hechos y su ocultamiento. En suma, vislumbrar la forma de tratar este caso como lo que es: un crimen de lesa humanidad cometido por una organización no estatal. Obviamente, ello no comprende a las personas que, de buena fe, se acercaron al SCV para su auxilio y guía espiritual, sino a quienes se convirtieron en abusadores y cómplices de dicho abuso.
En base a lo presentado durante los últimos meses, consideramos que las siguientes personas deberían ser investigadas.
LUIS FERNANDO FIGARI
Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana. De acuerdo al libro Mitad Monjes, Mitad Soldados - escrito por Pedro Salinas y Paola Ugaz -, tres testimonios lo acusan por abusos sexuales. A lo largo de todo el volumen, se narran diversos abusos psicológicos realizados por este personaje. El informe de la CEJR indica que se estimuló un culto a su personalidad y que “los integrantes de la cúpula que entonces acompañaba a Luis Fernando Figari, con su silencio obsecuente, aprobaban esa conducta, pese a revelarse contraria al más elemental propósito de vida cristiana”.
(Foto: Exitosa)
JEFFREY DANIELS
El libro de Salinas y Ugaz cuenta claramente que Daniels abusó de menores de edad y que, una vez que estos hechos fueron conocidos por la cúpula, fue encerrado durante un año en la casa de formación sodálite en San Bartolo. A los otros habitantes de la residencia se les dijo que “discernía su vocación”. Actualmente vive en Estados Unidos. Recientemente, el exsodálite Álvaro Urbina reveló ser una víctima de abusos sexuales por parte de Daniels.
(Foto: Utero.pe)
DANIEL MURGUIA WARD
Fue atrapado in fraganti cuando fotografiaba, semi desnudo, a un niño de 11 años de edad, en un hostal del Centro de Lima. Fue una de las personas más cercanas a Figari, a quien sirvió personalmente durante varios años en la casa San José Uno, en Santa Clara. Su hermana Patricia indicó que el Sodalicio decidió expulsarlo públicamente de la institución, pero luego tuvo un abogado cercano a la organización para tratar de desligar al SCV de Murguía. Patricia Murguía indicó que también miembros del Sodalititum fueron a la cárcel a visitarlo “para ajustar un lavado cerebral”.
(Foto: Utero.pe)
LUIS FERROGIARO
Fue el sacerdote sodálite a quien aludió el actor y activista Jason Day en una columna de 2013:
Luego me preguntó si sabía jugar gallito ciego. Y no, no sabía. Entonces, con esa paciencia suya que se contrastaba con mi bullente ansiedad por irme –porque uno puede ser un niño de 9 años pero el peligro se reconoce, siempre– me tomó de la mano una vez más y comenzó a jugar con mis dedos mientras me hacía preguntas sobre mi familia, mis hermanos… Mi ansiedad se convertía en rabia. Conseguí librarme, no quería estar ahí. Lo siguiente era meterle una patada en los huevos y correr. Pero me dejó salir, con calma, esa calma del que tiene todo bajo control, del que ya recorrió ese camino varias veces y lo volverá a recorrer.
El testimonio de Day quiso ser puesto en cuestión por Rossana Echeandía, exeditora de la Mesa Central de Redacción de El Comercio, pero fue ratificado por él en una columna publicada en el referido diario.
El periodista Pedro Salinas indica otros casos en los que Ferrogiaro está involucrado. Son testimonios bastante fuertes:
Una que llegó a mis manos es redactada por un ex militante del movimiento, quien cuando tenía once años padeció situaciones embarazosas gatilladas por el mencionado clérigo en la comunidad sodálite del Callao, de la cual Ferroggiaro fue superior. “(Ferroggiaro) sostuvo hacia mi persona, en diversas oportunidades, una conducta inadecuada acompañada de tocamientos que no correspondían de ninguna manera a una conducta moralmente normal”, escribe el denunciante.
Y más adelante relata con detalle cómo acompañaba en el auto a los diferentes miembros de esa comunidad para participar en actividades organizadas por el Sodalicio. Pero hace notar una excepción: “Siendo copiloto (de Luis Ferroggiaro) se dieron una serie de tocamientos (…) Los espacios entre copiloto y conductor siempre estuvieron definidos, pero al parecer para él no. Ya que era común que extendiese su mano derecha a mi muslo izquierdo, e inicialmente a través de una palmadita empezase a sobar (…) mi pierna para luego dejar de mover su mano y dejarla reposar sobre mi muslo izquierdo (…) Estos acontecimientos eran constantes y cada vez más incómodos, a tal punto que luego (…) me invitaba a su habitación para (mostrarme) cómo vivía el superior”.
“Hago público estos acontecimientos (debido a que hoy) soy padre y tengo hijos a los cuales no tocaría de la forma en que lo hizo este señor”, remata la acusación fechada el 2014.
Y el 9 de abril, en las páginas de El Pueblo de Arequipa, el arzobispo de la Ciudad Blanca, Javier del Río, reveló una nueva denuncia contra Ferroggiaro, presentada a inicios del 2016. Del Río explicó en dicho medio que no se trataba de una violación, sino de un comportamiento exageradamente afectuoso que habría ocurrido en la casa de la familia del denunciante, cuando el menor se preparaba para la Primera Comunión. ¡Como en el caso de Jason Day, que negaron Bermúdez, Erwin Scheuch y Echeandía! ¡Igualito!
El paradero de Ferroggiaro es desconocido.
(Foto: Twitter Jaime Baertl)
JAIME BAERTL
Según indicó el exsodálite Martín Scheuch:
Sin embargo, viene a mi memoria un hecho bastante extraño que ocurrió en el año 1979 cuando yo tenía unos 16 años y mi consejero espiritual era B. Durante una sesión de consejería ocurrida en una de las pequeñas salas habilitadas para esto fines en la desaparecida comunidad sodálite de San Aelred, situada en Magdalena en la Av. Brasil, en un momento interrumpió nuestra conversación y entró a los recintos de la comunidad —a los cuales estaba prohibido entrar sin permiso y que estaban separados de las salas de recepción por una puerta donde había un cartel con la palabra PRIVADO—, dizque para consultar un asunto con Germán Doig, por entonces superior de esa comunidad. Cuando regresó, me ordenó que me desvistiera. Una vez hecho esto, me dijo que debía abrazar una enorme silla que allí estaba y fornicarla, en realidad simular que la fornicaba. Cumplí la indicación de manera muy torpe, si bien con cierta reticencia inicial de mi parte. De hecho, me sentí bastante incómodo. Aun cuando B mantenía baja la mirada y también se mostraba evidentemente incómodo ante la situación, yo sentí que se me estaba haciendo violencia interior, aunque el fin aparente de todo ello era simplemente romper las muchas barreras psicólógicas que yo tenía a esa edad y que me habían convertido en una persona excesivamente reprimida. La situación no duró mucho y B me pidió que me vistiera nuevamente, y me preguntó si me sentía mejor. Le dije qué sí, y no le di mayor importancia al asunto, pues los sodálites nos tenían acostumbrados a cosas raras, pero hasta ahora ninguna había tenido la connotación sexual que tenía esa experiencia. Vista a la distancia, no considero esta experiencia como un intento de abuso sexual, sino como una manipulación y violación de la conciencia mediante el sometimiento a una situación vergonzosa de connotación sexual que atenta contra la intimidad personal. El hecho de que B haya consultado la medida me lleva a pensar que se trataba de una táctica que ya se había aplicado en otras ocasiones.
El personaje que alude es al sacerdote Baertl.
Pedro Salinas indica que el referido cura también encubrió actos de abuso sexual:
Concretamente, en 1989, Baertl me confesó en sus oficinas de Lizardo Alzamora, en San Isidro, que en 1986 descubrieron el caso de un jerarca sodálite, muy cercano a él, involucrado en por lo menos un evento de abuso sexual, aprovechando su condición de director espiritual. Entonces Baertl me dijo que se trató de “un hecho aislado”, del cual “no tenían conocimiento”. ¿Les suena el sonsonete?
Lo curioso es que al predador jamás lo expulsaron. Lo aislaron en una suerte de ‘retiro’ –como hicieron años más tarde con el pederasta sodálite Jeffrey Daniels– y le dieron cobijo y protección. Nunca lo denunciaron ante alguna autoridad civil, y el líder sodálite se fue, ya adivinarán, cuando quiso.
Una de las víctimas de Figari indicó que Baertl sabía de sus denuncias.
(Foto: La República)
OSCAR TOKUMURA
Fue superior de la casa de formación de San Bartolo durante varios años. Un testimonio narrado recientemente por Salinas y Paola Ugaz da cuenta de sus métodos de “disciplina”:
“Yo le tenía miedo a (Óscar) Tokumura. Escuchaba sus gritos destemplados y literalmente temblaba. Y en alguna ocasión me oriné en los pantalones. Había una especie de conductismo malsano. A mí, como a muchos, nos trataba de ‘hijo de perra’, entre otros insultos muy fuertes y nos pegaba frecuentemente en la cara. (En las comunidades sodálites) se vivían cosas muy fuertes y duras que te sobrepasaban y que tenías que aguantar, porque eran parte del ‘estilo sodálite’, y que supuestamente te ayudaban a ser recio, en la lógica de que ‘lo único que no puede hacer un sodálite es parir’. Yo he visto a algunos orinar sangre después de recibir golpes a discreción y sin contemplaciones en el estómago”
Salinas también refiere que:
Además de dedicarse a atormentar sodálites (su especialidad, o sea), Tokumura se convirtió también en uno de los encubridores del sodálite pederasta Jeffrey Daniels, cuando a este lo confinaron en San Bartolo para evitar el escándalo, pues algunos padres de familia se enteraron de lo que “el apóstol de los niños” hizo a sus hijos. Pero ya adivinarán. Para evitar la sanción social y el escándalo de estar en boca de toda la clase alta limeña, no denunciaron. Y el pederasta, luego de un año cobijado por la institución, y por Tokumura, se largó hacia los Estados Unidos, donde vive actualmente.
Tokumura, para que tengan una idea, le hacía memorizar a sus “formandos” el sonido de su auto, un VW Golf, con el propósito de que le abrieran la puerta del garaje cuando llegaba y no tuviese que frenar. Las órdenes que narran los testimonios en la investigación son todas inhumanas, despiadadas, retorcidas, perversas, violentas. Porque si algo caracterizaba al formador sambartolino, entrenado por el propio Figari, era justamente eso: la violencia alevosa, desmedida, de palabra y obra.
Adicionalmente, Tokumura sorprendía a algunos sodálites con gestos inopinados y desconcertantes. Los abrazaba largamente, como si se engrapase al cuerpo del otro, y les acariciaba la nuca, dejando perplejos a los sodálites que les ocurrió aquello.
Otro testimonio sobre lo que hacía Tokumura en su actividad “formativa” lo pueden leer aquí.
(Foto: Sodalicio de Vida Cristiana)
DANIEL CARDÓ
Sacerdote peruano, hijo del exministro de Educación Andrés Cardó Franco. Andrés Felipe Cardona, exsodálite colombiano, narra un episodio de maltrato cometido por el cura:
“Te voy a dar once puñetazos en el estómago y no te puedes caer”, le dijo en una ocasión. E insistió bravuconamente en su advertencia: “Si te caes, empiezo desde cero”. Y así fue. Andrés Felipe Cardona, adivinarán, cayó más de una vez. Y Cardó cumplió con su amenaza. Y figúrense, ‘el respetado y reconocido religioso estimado en los barrios marginales del Callao y muy apreciado por la sociedad colombiana’, azotó a trompadas y bofetadas a Cardona. Hasta hacerlo gemir de dolor. Hasta hacerlo anegarse en llanto. Hasta dejarlo pasmado, astillado, fracturado, hecho añicos, implorando porque la tortura y la humillación cesen. “Es para que seas más recio y te hagas más hombre”, le decía el valiente Daniel Cardó, mientras que su víctima se retorcía doliente en el piso como consecuencia de los inclementes puñetazos encajados en la boca del estómago.
Luego de una corta campaña de algunos allegados al sacerdote por tratar de resaltar la vida espiritual de Cardó, Salinas reseñó en su blog lo siguiente:
Un exsodálite, que no es Andrés Felipe Cardona, le escribió hace unos días a Paola Ugaz y le contó que había vivido en la misma comunidad sodálite de Cardó, ubicada en el oriente antioqueño, cuando Daniel Cardó era el superior/encargado. Textualmente le dice a Pao: “El sacerdote Daniel Cardó durante la etapa en la que viví en esa comunidad, NUNCA hizo un trabajo con ‘desplazados de la guerrilla’ (…) Había sí un trabajo pastoral con algunos grupos en los municipios cercanos, pero de ello estaban directamente encargados los aspirantes que se formaban allí (…) Cardó, muy pocas veces, casi contadas, salía de esa comunidad a hacer trabajo pastoral directo y el trabajo se lo encargaba a los aspirantes a su cargo. Si bien nos enterábamos de algunos casos de guerrilleros que vivían ‘por ahí’, o del cobro de cupos, NUNCA se trabajó con desplazados de la guerrilla”.
También sostiene este exsodálite -que no es ninguno de los testimonios que se recogen en Mitad monjes, mitad soldados- que fue testigo de “abusos de autoridad y maltratos por parte del ahora sacerdote”. En su correo electrónico menciona un feroz ensañamiento contra un sodálite (que tampoco es Andrés Cardona) que padeció los castigos del cura matón. Asimismo apunta que no recuerda que Cardó haya vivido en la comunidad del Callao y que no se le conoce trabajo con personas pobres de dicho lugar. Que solo iba al Callao cuando tenía que dirigirse hacia el aeropuerto. Y cosas por el estilo.
(Draxl junto a Sandro Moroni. Foto: El Quinto Pie del Gato)
ALFREDO DRAXL
José Enrique Escardó hace un largo relato sobre su formador espiritual en la comunidad San Aelred, ubicada cerca de la esquina de las avenidas Brasil y Pershing. Así remata su relato:
“Anda lava los baños”, me dijo. Agarré los guantes, la esponja, el detergente y todo lo demás para cumplir con la orden. El baño de San Aelred era como el de un centro comercial, con varios inodoros separados por paredes de metal. Impecable, nuevecito. Cuando ya estaba por limpiar el último wáter, Draxl apareció para supervisar mi avance. “No le eches detergente a ese último, solo sácale la suciedad con la esponja y no jales. Me avisas cuando esté listo”. Y así fue. “Ahora sácate los guantes y lávate las manos con esa agua, ahí mismo, arrodillado frente al wáter”. No me pareció nada extraño, peores órdenes había recibido ese mes. Así que lo hice sin chistar. “Ahora te voy a pedir algo que puedes o no hacer, depende de ti”. Escuché. “Si no lo haces, evaluaré tu paso por San Aelred como el de todos los demás y veremos si el saldo consigue que entres a vivir definitivamente en comunidad”. Sonaba justo. “Pero, si lo haces, te aseguro que eso bastará para decirle a Luis Fernando que pasaste tu mes de prueba y en abril entras a San Bartolo de todas maneras”. Buena oferta. Lo miré. No tenía miedo. Era mi prueba máxima. Yo quería ser un sodálite de comunidad. Quería que Luis Fernando me aceptara. Quería cambiar el mundo. Quería ser santo. Quería ser un signo de contradicción. “Lávate la cara con el agua sucia del wáter”. Lo miré, puse en una balanza el asco y el éxito, cerré los ojos, tomé una buena cantidad de agua entre mis manos y me la eché en el rostro. “No pues, así no, lávatela bien”, me dijo el representante de Luis Fernando, el fundador, nuestro modelo a seguir, el santo vivo que sabía qué era lo mejor para nosotros. Metí mi cara al wáter y me la lavé como Dios manda. Como el Dios del Sodalicio manda. No lloré esa vez. Había llegado adonde quería. En mis 18 años de vida recién cumplidos no había logrado nada grande. Ese wáter era como una nueva pila bautismal que me hizo entrar en el reino de los pocos elegidos de Luis Fernando. Tomé una toalla, me sequé, miré a Draxl y él sonreía. Frío pero satisfecho. “Ahora sí jala el wáter y anda báñate. Bienvenido a San Bartolo”. Y cumplió con su compromiso. En abril me mudé a Nuestra Señora de Guadalupe.
Draxl fue hasta diciembre último director del colegio San Pedro, establecimiento educativo del Sodalicio para varones, ubicado en Rinconada del Lago.
ENRIQUE ELIAS DUPUY
Actual Procurador del Sodalicio de Vida Cristiana. Salinas y Ugaz indicaron que los sodálites identificados en su libro como “Mateo” y “Pablo” fueron agredidos físicamente por él. Reside en Roma. Como indica la periodista Laura Grados sobre el abogado de Luis Fernando Figari:
(Armando, nota de DTP) Lengua Balbi es un abogado jubilado, socio histórico del Estudio Rodrigo, Elías y Medrano, si no el más importante de los bufetes del país. Uno de los fundadores del estudio, Enrique Elías Laroza, es nada menos que el padre de Enrique Elías Dupuy,actual procurador del Sodalicio en Roma, quien también ha sido denunciado por encubrimiento, después de las demandas presentadas hace cuatro años ante el Tribunal Eclesiástico.
(Foto: La República)
ALESSANDRO MORONI
Ni siquiera el Superior General actual de la organización se ha salvado de las acusaciones. De hecho, él mismo admitió en una carta publica haber sido responsable de abusos físicos:
En el mes de octubre del 2015 salió Vicente López de Romaña contando que una vez un Superior suyo le pegó una cachetada, quiero decirles que cuando lo escuché, lo recordé y sentí pena y vergüenza. Vicente tuvo la generosidad de no mencionarme, pero yo sé que fui yo. Vicente te pido perdón de corazón y tu bien sabes cuánto te estimo; espero que este perdón lo pueda hacer pronto contigo cara a cara.
Oscar Osterling en un artículo publicado el 27 de marzo, habla de mí y de una serie de faltas que cometí. Narra que con ira le di una cachetada a un amigo de comunidad; de corazón les digo que no recuerdo haberlo hecho, pero no tengo por qué dudar de que haya sido así. Le he pedido perdón a este hermano, quien no guarda ningún resentimiento, le agradezco su generosidad y me esfuerzo por nunca más hacer algo así.
En el mismo artículo Oscar narra que lo insulté, le dije agresiones y barbaridades. Oscar: de verdad no lo recuerdo, te pido perdón por ello, y quiero tener la oportunidad lo antes posible para pedirte perdón cara a cara.
(Foto: Las Líneas Torcidas)
BONUS: GERMAN DOIG KLINGE
Si bien falleció en 2001 y, por ello, no podrá ser investigado, los testimonios de Rocío Figueroa y otras dos víctimas de tocamientos indebidos y abusos sexuales cometidos por el exnumero 2 del Sodalicio pueden servir de guía para conocer que pasó dentro de la institución. Recordemos que el caso Doig gatilló la salida de Figari de su puesto como Superior del Sodalicio, así como la serie de testimonios recopilados en “Mitad monjes, mitad soldados”.
Es hora que el Ministerio Público haga su trabajo.