Por Herbert Mujica Rojas
Ayer, durante el macabro festival en que fue convertido el sepelio del ex presidente Valentín Paniagua, no pocos cadáveres políticos, previa solicitud de licencia, salieron de sus ataúdes. Decenas de mercenarios de ONGs saca-dólares a gringos bobos con agudo síndrome de Estocolmo dejaron estratégicamente sus madrigueras burocráticas. Representantes del status quo que repica salmodias por una “democracia” en que sólo 5% de la población impone sus majaderías a 26 millones de peruanos, genízaros profesionales del vivir bien a costa de la cansada ubre del Estado, dieron acta de nacimiento al ecuménico nuevo partido: Pandillas Hipócritas Nacionales. Bien ha dicho, con aguda reflexión condenatoria César Hildebrandt: Paniagua no merecía tanto circo hipócrita.